Xóchitl Gálvez
Conocí a Xóchitl Gálvez hace más de veinte años, o
algo así. Fue en una reunión en la sala de la dirección general de Telecomm. La
plática con ella y con el director duró escasamente veinte minutos y siempre
fue cordial.
De esa fecha y hasta hace poco la perdí, o más bien
no le presté atención a lo que era su actividad. No fue mi culpa, aunque me
entero de cómo van las cosas en mi país, estaba ocupado con el control de los
satélites del gobierno federal y también empeñado en escribir poemas y libros
que algún día me sacarían de trabajar.
Hasta hace poco con toda la publicidad del internet
la volví a escuchar, justo cuando se lanzó a ser candidata a la presidencia. Así
que me pongo a revisar su trayectoria desde esos años en que la conocí, e incluso
unos años atrás.
Miro los videos, de cuando era y no una empleada
federal. La veo ayudando a niños indígenas en pueblitos miserables con una
fundación que ella creó, sin importarle que se acabara su lana; luego reviso su
trabajo con un anterior presidente como comisionada nacional para el desarrollo
de los pueblos indígenas. ¡Bravo¡ Aplaudo su labor por lo más necesitados;
luego veo cómo se condujo como delegada de la demarcación Miguel Hidalgo, y me
parece que no lo hizo mal. Por último, reviso como ha sido su trabajo como
senadora, veo que levantó la voz para denunciar actos de corrupción e
irregularidades de las compras en el gobierno federal.
Claro que Xóchitl tiene un actuar muy peculiar. ¡Ah caray!
Un día se puso una botarga de dinosaurio, otro, se encadenó a la silla del
presidente de la cámara de senadores para impedir una votación amañada, que si
va a tocar madera a Palacio Nacional...
A mí, eso ni me molesta ni me estorba, incluso me
parece bien; porque ya vimos que si no hacemos nada, o si nos quejamos quedito,
nos van a tirar de a locos y nos van a ignorar y las cosas van a seguir igual o
peor, de lo que ya están.
Anoto que dice algunas palabras altisonantes, esas
que le dan caló al lenguaje. Las paso por alto pues yo también las digo cuando
veo una injusticia o una tontería grande, de esas que en lo particular se les
llama estupidez.
Trato de no ser sesgado, de no dejarme influir por
sentimentalismos; y sin grandes aspavientos, mi juicio me dice que ha sido
congruente, que no robó ni se aprovechó de sus puestos para comprarse un
Bentley o una mansión blanca o rentar una gris, en Miami, en Tucson o en París,
que si la invitan a una fonda unos deliciosos tacos al pastor con una Corona bien
fría, le entra con sincero y evidente entusiasmo, que le caen bien los abrazos
honestos de la gente; y mi juicio, poco o mucho, le da un “Ok”.
En general, me parece muy bien que sea la candidata
del Frente Amplio por México, con una seria posibilidad de que pueda llegar a
ser la primera presidenta de mi país.
No diré que tenemos coincidencias, ella a veces anda
en bici y yo uso moto, por lo que coincidimos en transporte de dos ruedas,
aunque el mío es más eficaz.
Yo también por eso de los trece vendí gelatinas en
Joju (Jojutla), que si no era mi pueblo natal, lo llegué a querer como si lo
fuera, porque también en sus muchas calles, vendí pan con canasta en la cabeza
y con gritos apagados y regaños de mi cuate de ventas que gritaba a todo
pulmón: ¡Cemitas! ¡cemitas!; porque la pena no es algo que fácil se pueda
superar. También, como ella, me eduqué en la UNAM; y sí, en la misma facultad;
bueno, yo unos años antes, y por eso sé lo duro que es terminar la carrera de
ingeniero, porque los profes son unos jijos, que lo único que desean es que si
quieres pasar, te va a costar, porque no cualquiera termina en la Nacional; y
el prestigio de la UNAM no es algo que un flojo, un desobligado o un tranza, lo
pueda abollar.
Así que me da gusto que Xóchitl haya progresado, que
ahora sea candidata; y que su lema sea: Ni flojos, ni corruptos ni pen..jos.
De algo estoy seguro. Si no es Claudia, que es la
candidata, se podría decir, oficial; pues será Xóchitl. Pero de que tendremos
presidenta, tendremos. Y entonces quedará probado que las mujeres, mejor que
muchos hombres, sí saben gobernar.
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