¡Ai Carajo! Que me estoy volviendo famoso

Famoso sin lana, pero con muchas letras por escribir y palabras por decir... Y es que últimamente me leen más allá de los bordes de mi país, en las meras conchinchinas y en Timbuktú también, ya no diré que mis letras han traspasado ideologías y hasta North Korea y en la tierra de Mao también repasan mis escritos.

Alguien me ha dicho en confidencia que en USA usan mis textos como cuadernillo de texto para cursos avanzados de español mexicano, que una vez que lo dominas ya te puedes ir a viajar por Colombia, Ecuador, Perú, Argentina, brincándote por Venezuela porque ahí existe un dictador. Y que si te pones listo capaz de que visitas Brasil, afinas el oído y ya estarás entendiendo portugués.

Lo malo de todo esto es que mis textos no me reportan ganancia alguna y yo sigo pobre como hace unos meses, con la esperanza que todos estos textos (que quedaron enciclopediados en un libro que se llama: Palabras de Amor y de Esperanza, pronto vean la luz y se venda el libro como pan caliente en los puestos de periódicos, en los aeropuertos y estaciones de trenes o de subterráneos del mundo, y que se traduzca a quince idiomas y con eso a mí me dé lana suficiente para comprar huevos, leche y pan, algunas tortillas y para un bistec de esos que les llaman rib eye o tenderloin o new york, y no la arrachera dura que como de vez en cuando.

Pero no me hago ilusiones por ahora, porque simplemente me hace feliz que tú me leas, aunque no sea en Manhattan, pero si en un pueblito sudamericano o en una barcaza de la India, de Nepal, o en un departamentito modesto en Tokyo o en Hong Kong; porque yo no necesito lana para comer sirloin o para viajar que la imaginación me lleva más allá de este planeta y también con ella me meto en tus mares y ríos, camino tus calles y voy y te digo: Hola... ¿Cómo estás?


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