No te devalúes
Cuando alguien te ha dejado porque “simplemente” no cubriste sus expectativas; porque no fuiste la suficientemente amorosa, o porque “pedías demasiado”, lo que él no te podía dar… responsabilidad, compromiso, un futuro compartido que durara más de un mes; o porque no te diste cuenta que el amor en estos días es algo que viene, se disfruta... y se va.
Así que al marcharse, sentiste que te dejó un vacío
imposible de llenar; porque él era “especial”; quizás no para los demás, pero
para ti lo era, tan especial que nunca encontrarás otro igual.
Entonces te miras al espejo y te fijas en esa parte donde
está el corazón… Y sí, hay un hueco, un hueco que parece imposible de llenar.
Eso no es verdad. Yo lo sé; porque a mí me pasó igual; y mira,
aquí estoy; y el hueco que una vez tuve “simplemente” ya no está.
Pero si un consejo te puedo dar, te diré que…
No te devalúes.
Nadie vale “tanto” para despreciar lo mucho que tú vales,
lo que vale tu cuerpo y tu alma; porque tú sí que eres especial.
Eres linda, eres limpia, estás sana. Tienes una sonrisa que
hace suspirar; y si no eres Miss Universo, con una cara hermosa y un cuerpo
escultural; te diré que al pasar he visto a muchos voltear.
Así que… Si alguien te ha dejado y crees que ya no
regresará. Date un tiempo, llora todo lo que quieras, lo que puedas, un día
entero, una semana, máximo dos; y ya que hayas agotado todas tus lágrimas,
todos tus suspiros y de que hayas repasado tus “buenos” recuerdos con ese ser
“Especial”… Recomienza. Emprende cada día con el ánimo de siempre, que ese que
te ha dejado, no te supo valorar.
La vida es simple. Hay quienes saben medir, saben pedir y
agradecer y también saben dar; y hay quienes están vacíos y no se dan cuenta de
lo que tienen en las manos, lo que se les da. Lo toman, lo dejan y se alejan… Y
no se les vuelve a ver jamás.
Pero el camino no se acaba ahí. Eso fue tan solo una piedra
en el camino, una piedra pequeña que te hace tropezar. Si tienes la vista firme
hacia donde te diriges, cuál es tu prioridad, esa piedra ni te tira ni te
avienta, que en la próxima parada o curva habrá alguien que contigo quiera
caminar.
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