Reencuentro
Amor fue la primera palabra que pronunciaron mis labios, la que abrió otra vez la puerta de tu voluntad comprometida. Siempre es la primera la que cierra o la que abre puertas, zaguanes, portones, la que brinca cercas. O aciertas o yerras. Un “Abracadabra” o un ¡Caput! definitivo. Yo que iba a saber que la clave estaba en ella. Sólo fue una casualidad que mis labios la pronunciaran con la seguridad que tiene la buena suerte. Así que aquí estamos, recomenzando una vida nueva, la continuidad de una vida usada que interrumpimos hace tiempo, por el mismo azar que tiene una palabra inadecuada en un tiempo equivocado, o una palabra mágica en el tiempo idóneo, el apropiado; porque perdonar y tratar de olvidar lleva tiempo, mucho, y los regresos, más que difíciles, son complejos. La culpa no es nuestra, tampoco de nuestros cuerpos, porque ellos querían, lo buscaban; sino del alma, porque el alma está hecha de fe, de confianza y de humildad; pero también de caprichos, de arrogancia, de