El tren de mi vida
Así es hoy mi vida. Un taxi a dejar a mi hija a la escuela, después me tira a mí en la parada del colectivo. Veintitrés estaciones de metro de ida y un pesero más para llegar al trabajo. Una jornada de nueve a doce horas, cuando menos. Un checador electrónico. ¡Cuánto lo agradezco! De regreso omito el taxi —gasto innecesario—, lo sustituye el pesero, y luego las veintitrés estaciones del comunitario: Frente a mí pasa el circo itinerante de mi pueblo. Se abre el telón. Llegan a la pista los payasos. ¡Qué ingenio! Vienen disfrazados de jovencitos de la misma calaña —sin que sea una palabra mala—. Dialogo excelso de merolicos. Yo escucho atento (quizás me sirva para escribir algún poema mañana). Con todas las artimañas a su alcance, gestos, muecas y ademanes, establecen un verdadero concurso por atraer la atención del respetable. Quedo fascinado con un bagaje de nuevas... ¿Palabras... ??? Una viejita vende dulces y pregona: ¡Hay película en el Centro! ¡Y buena! —Añade sonriend