Algunas reglas de Elmore Leonard para un escritor

Sábado por la mañana, julio de 2011, me apresuro a tomar una ducha para ir a una reunión de escritores por el rumbo de Thousand Oaks, pasando Tarzana y Boca Raton.

El tema de hoy es revisar las diez reglas que recomienda seguir Elmore Leonard a aquellos que sueñan con ser escritores, y también repasar algunas de Kurt Vonnegut.

Qué pena —me digo—, no he leído ningún libro de esos autores. En especial sólo me suena el nombre de Vonnegut, uno de los novelistas preferidos de Haruki Murakami.

Después de hora y media de cambios de Freeways, lejos de Los Angeles, llego a mi destino: el Goebel Senior Adult Center de Thousand Oaks. Hoy soy uno de los nuevos integrantes del Grupo de Escritores de Conejo-Simi Valley.

Para no hacer larga esta historia con detalles de si hacía calor, si tenía hambre, si comí hamburguesas en el camino, si me detuve en la famosa biblioteca Ronald Reagan; diré que de las diez reglas de Leonard, solamente repasamos algunas y una de Vonnegut, porque había agenda; enseguida algunos voluntarios leyeron composiciones en el estilo:

 “Pega-cincuenta-palabras-juntas-contando-una-historia corta-pero-interesante-chusca-alegre-o-triste-como-te-pasó-cuando-eras-un-chamaco-camino-a-la-iglesia-bien-planchado-tropezandote-por-ver-una-tortuga-yendote-de-bruces-en-el-lodo-poniéndote-tu-mamá-como-lazo-de-cochino-por-bruto-casi-sin-respirar”.

 

¡Uhfff!!! Supongo lo hicieron muy bien y con una excelente prosa, porque al final de la lectura todos rieron a carcajada abierta.

En suma, la plática de ese día fue harto interesante y yo me hice de dos libros de uso sobre cómo escribir no ficción a precios de regalado.

Antes de ir a las reglas, traigo a colación una de Jonathan Frazen:

 

El lector es un amigo, no es un adversario, no es un espectador.

 

Van pues algunas de las famosas reglas a seguir para aquellos que, como yo, pretenden convertirse en escritores de medio, o de tiempo completo. Ojo. No los hay de menos. Es un arte que requiere dedicación, lectura, estudio, esfuerzo, soledad (entiéndase: aislamiento), abstinencia, autocrítica y mucha, pero mucha...   perseverancia.

. . . . . . . . . . . . . .   

 

 

Elmore Leonard. Inició escribiendo historias del Oeste, después cambió a ficción policiaca (Crime fiction). Ha escrito más de dos docenas de novelas, la mayoría de ellas bestsellers, y a diferencia de la mayor parte de los escritores de género, Leonard sí es tomado en serio por la crítica literaria.

Van, una recomendación de él y algunas de sus reglas.

 

Estas son las reglas que he acumulado a través del camino para ayudarme a mantenerme invisible cuando escribo un libro, para ayudarme a mostrar, más que a relatar, qué es lo que está pasando en la historia. Pero si tú tienes facilidad para el manejo del lenguaje y la imaginación y el sonido de tu voz te agrada, y no es (precisamente) invisibilidad lo que estás buscando, puedes brincarte las reglas. Pero aun así puedes tenerlas presentes.

 

1.     Nunca inicies un libro con una descripción del clima.

 

Si no es solo para crear ambiente, y no como una reacción del personaje a éste, no deberías extenderla demasiado. EL lector es apto para hurgar en los textos subsecuentes en busca de gente. Hay excepciones. Si eres Barry Lopez, quien tiene más maneras que un esquimal de describir el hielo y la nieve, como lo hace en su libro Sueños Árticos; puedes hacer todo el reportaje de clima que desees.

 

2.   Evita los prólogos.

 

Pueden ser aburridos, en especial un prólogo posterior a una descripción, que le sigue a una introducción; aunque éstos los encuentras generalmente en la escritura de no ficción. Un prólogo en una novela es historia pasada, y ésa la puedes dejar caer en cualquier parte que quieras.

Hay un prólogo en el libro “Sweet Thurday” de John Steinbeck, pero en esa parte va bien porque un personaje hace énfasis en lo que significan mis reglas. Él dice: “Me gustan mucho los diálogos en un libro, sin embargo no me agrada que haya alguien que me diga cómo es el tipo que está hablando. Me gusta imaginarme como es por la manera de cómo habla… imaginarme cómo piensa a partir de lo que dice. Me gusta que haya alguna descripción, pero no demasiado… A veces quiero un libro que me relaje con muchas palabras domingueras… (a bunch of hooptedoole). Quizás dejar salir algunas palabras bonitas o cantar una pequeña canción con el lenguaje. Eso es agradable. Pero me gustaría que estuviera de lado, de modo que no tuviera que leerlo. No quiero que las palabras domingueras se mesclen con la historia”.

 

3. Nunca uses otro verbo que no sea “dijo” para el desarrollo del dialogo.

 

La línea del dialogo pertenece al personaje; el verbo es el escritor metiendo su nariz en la historia. Dijo, es menos intrusivo que carraspeó, advirtió, mintió. Una vez noté a Mary McCarthy terminar una línea en un dialogo con: “Ella aseveró”, y tuve que parar de leer para ir a conseguir el diccionario.

 

4. Nunca uses un adverbio para modificar el verbo “dijo”...

 

. . . Advirtió de manera grave. Es un pecado mortal usar un adverbio de esta manera (o casi de cualquier manera). El escritor se expone haciendo uso de una palabra que distrae e interrumpe el ritmo del intercambio. Yo tengo un personaje en uno de mis libros que dice como ella acostumbraba escribir romances históricos “plagados de violaciones y adverbios”

 

5. Mantén tus signos de expresión bajo control

 

Se te está permitido no más de dos o tres por cada 100,000 palabras de prosa. Sólo si tienes el don de jugar con las exclamaciones de la manera que lo hace Tom Wolfe, puedes ponerlas a manos llenas.

 

6. Evita las descripciones detalladas de los personajes

 

En el libro de Ernest Hemingway “Colinas como Elefantes Blancos” (Hills Like White Elephants), ¿Cómo es el americano y la chica que está con él?  “Ella se quitó el sombreo y lo puso sobre la mesa”. Ésa es la única referencia a una descripción física en la historia.

 

7. No necesitas describir en gran detalle lugares y cosas

 

A menos que seas Margaret Atwood y puedas pintar escenas con el lenguaje. No quieres descripciones que provoque que la acción, el flujo de la historia se detengan.

 

Mi regla más importante es una que resume todas las otras: Si suena como escritura. La reescribo.

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Yo me quedo con su recomendación:

 

El escritor debe permanecer invisible



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