Hacer el Amor...

Nunca se está más cerca, ni más vecino,

ni más descubierto y abierto,

Ni expuesto, receptivo, y atento...

que cuando... Se hace el amor.

 

Hacer el amor es una expresión del amor, de la pasión, del deseo, del respeto. Es una forma de demostrar ternura, cariño, confianza, amistad, gratitud, perdón. Hacer el amor rompe las barreras, las limitantes del cuerpo, permite hablar a los sentidos.

Al Hacer el Amor necesariamente uno se desnuda, se expone, se abre, se da; se está dispuesto a recibir.

Hacer el amor no es fácil y no se da pronto.

Hacer el Amor no es un derecho, aunque tampoco es una obligación. Puede ser un placer mutuo, un gusto, un acto de confianza, un entendimiento tácito; una concesión, un premio, una recompensa. Pero al ser una relación voluntaria, hay que ganárselo cada vez. Y cada vez... Hay que saberlo merecer.

Hacer el Amor es un conjunto de sensibilidad, experiencia y habilidades; en donde el cómo, el cuándo, el durante, marca las diferencias; que podrían parecer mínimas; pero que, con la práctica y el cuidado; sumadas al amor, al cariño, al deseo, al placer, a la ternura, se hacen abismales.

Hacer el Amor es una actitud, un arte. No empieza en el acto mismo; sino mucho antes. Igual no termina en la esquina de la cama, ni en la de la cuadra. Simplemente, no termina. Es un continuo.

Hacer el Amor es ocupar todos los recursos y sentidos, por lo que no existen formas básicas como tales; sino transiciones de tiempo, movimiento y espacio; que si conjugan: sensibilidad, modo, estilo, palabras, giro, forma, cercanía, tacto, y distancias, son infinitas.

Hacer el Amor es mucho más que una mera complacencia de necesidades, de un despedirse sin preámbulos, es aguantar y concentrarse en los ritmos y en sus tiempos. Es abrir los sentidos. Es dar para recibir, buscando la satisfacción, el placer de la pareja, para encontrar las propias.

Hacer el amor es una relación íntima y voluntaria de iguales. Iguales en sensibilidad, en deseo, en inteligencia, en voluntad, en correspondencia de amor, de cariño, de amistad. En donde la mayoría de las veces no hay ventaja clara; y donde las diferencias se disfrutan más.

Hacer el Amor no debe ser sólo un acto para rellenar soledades, para subsanar tensiones, o una obsesión por el placer rápido y fácil; porque entonces se destruye el amor y el cariño; y para eso no es necesario escoger ocasión, lugar, forma, protocolo, compañero o compañera. Hay que disfrutar haciendo el amor con sus preámbulos y sus obligadas pausas, y no hay que deshacerlo, desbaratarlo en aceleradas prisas.

Hacer el amor no es un acto único del cuerpo, sino un conjunto con el alma y el espíritu. Al hacer el amor las cosas pierden sus dimensiones y sus formas. Se flota, uno se pierde, se va a un limbo o a un nirvana; y se muere, se muere momentáneamente.

Hacer el amor nos hace felices, nos da calma, nos permite asentarnos, y percibir los límites del universo.

Hacer el amor crea confidencias y confianzas, permite separar instantáneamente el alma de otra persona, tocarla. Justifica una buena parte de lo que es la vida.

 

 

¿Cómo es qué Tú Haces el Amor?

Te veo y me pregunto.

¿Cómo es qué tú haces el amor?

 

Analizo la manera en que caminas,

el vaivén de tus caderas.

Estudio la forma en que saludas,

lo suave de las yemas de tus dedos.

Luego veo la forma de tu boca,

el grueso de tus labios,

lo fácil que sonríes.

(Me voy dando ya una idea).

 

Me detengo

en lo estrecho de tu cuello,

checo el modo en que volteas.

Me subo ahora por un lado

y llego hasta tu oído.

Me entretengo

con lo largo y la caída de tu pelo.

 

Desde ahí resbalo y llego

a la forma de tus senos.

Siento su ritmo sosegado

(No es necesario ser un sabio

para poder adivinar).

 

Me vuelvo a caer

y esta vez me atoro

en la estrechez

de tu cintura.

 

¡Ah! Tomo un respiro.

Me voy ahora zigzagueando

y bajo por tus piernas,

veo su forma, las admiro.

 

Me deslizo por tus pantorrillas

hasta la planta de tus pies.

Miro el cuidado de las uñas,

la protuberancia del tobillo.

Me fijo en lo ajustado de las medias,

en el corte del vestido.

 

¿Cómo es entonces

qué tú haces el amor?

 

Me decido y te pregunto,

si quieres tú bailar.

 

Ahora, ya no queda

ni una duda.

 

Lo sé todo.

 

Me lo ha dicho

 

el Danzón…

y el Chachachá.

 

 

            …. ∞... ɷɷɷ …. ϰϰϰ …. ɷɷɷ... ∞ ….

 

 

Hacer el amor es como

practicar artes marciales.

 

Hay quienes nunca pasan de básicos.

 

 

            …. ∞... ɷɷɷ …. ϰϰϰ …. ɷɷɷ... ∞ ….

 

 

   ¿Quién tuvo la culpa?

¿Quién tuvo la culpa primera?

¿Quién abrió la puerta?

Cuando te convertiste en cielo

y yo en nubes de tormenta.

 

Dime otra vez tu nombre.

Quiero oírlo de tu boca

para grabarlo en imágenes

de calles mojadas por la lluvia

y tú y yo, corriendo.

 

Recuerdo que reías.

 

La lluvia caía. ¿O la imaginé?

Porque oí truenos y vi relámpagos.

Algunos en tus ojos, otros en los míos.

 

Afuera las penumbras

luchaban con sombras,

en un juego desigual de fuerzas.

 

Adentro era más parejo.

Fuimos dos, luego uno solo.

Nadie ganó, ni se sintió vencido.

 

¿Qué magia tenía tu voz, tu cuerpo,

que transformaste las horas en segundos?

Y me desarmaste con palabras,

con movimientos simples.

 

Me detuve en todas tus curvas

y contemplé con éxtasis tus formas.

Nunca vi algo tan bello.

Ni de lejos, ni de cerca.

 

Mi voz, mis palabras

caían como lluvia en hierba.

 

Te recorrí,

pero nunca encontré camino.

Eras caja de sorpresas.

Imposible nombrarlas,

no tengo palabras.

Sólo déjame decirte

que me fui soñando estrellas,

lunas, soles, playas y olas,

para despertar sonriendo.

 

No te recuerdo precisa,

ni aprendí la distancia

de tu cuello a tu boca,

lo pródigo de tus senos,

o la amplitud de tus caderas.

Ni hizo falta.

 

Porque te medí en besos,

en suspiros, en quejidos, en esfuerzos.

Y esos, siempre cambian.

 

Después de esa tarde-noche

he vuelto a nacer un poco

y a morir un mucho.

Porque este amor

crea pertenencia.

 

Qué lo digan

los que escriben los papeles.

Aunque esa vez, ni tú ni yo

reconocimos ley ni fuerza.

Nos dimos completos

para luego ir con otros

a compartir miserias.

 

Qué ese sea nuestro secreto.

 

Cuando te convertiste en cielo.

Y yo… en nubes de tormenta.

 

 

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