Despedida

Ahora que ya se viene el duro invierno y que con él la soledad adquiere un sabor diferente. No mejor; simplemente diferente. En esos días de intenso frío, de bruma y de neblina ocasional, en que algunos le encuentran a su soledad un sabor sabroso a paz y a tranquilidad; para mí, ella tiene un matiz que no me va.

Me sabe a buenos recuerdos contigo, y por desgracia no solamente a los tuyos, si no también a los de relaciones que creí superadas, pero que todavía ahí están.

Así que antes de que llegue, terminemos de una buena vez esta relación que desde hace tiempo y cada día se siente más lejana.

¿Para qué esperar lo que tú y yo sabemos que tarde o temprano pasará y que cada vez que la retrasemos, dolerá más?

Tenemos que decirnos adiós, sin más ni más. No le busquemos explicaciones a eso que se escapa en un beso, en un abrazo, en una llamada, que pretendemos que parezca casual, pero que suena a moneda falsa de una denominación que no hay. Ya hemos prolongado esta separación un largo tiempo, engañándonos; quizás porque le tuvimos grandes esperanzas y porque creímos que cuando fue buena, seguiría siendo buena y le invertimos tanto a una relación que en ocasiones sólo fue un pretexto para que nos dijéramos… No estoy solo. Tengo a María Eugenia o tengo a Juan.

No sé si estas cuantas palabras bastan, pero la verdad es que no tengo más. Despidámonos ahora, antes de que llegue el pinche invierno, para ver si en estos días recuperamos fuerzas; y si tenemos fortuna, tú y yo, podamos encontrar… A alguien, más.

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