Dime que me amas, aunque me mientas...

Dime que me amas, aunque me mientas. Dime que en mí con frecuencia, como yo, piensas. Que no hay noche ni día en que los recuerdos te hagan sentir que yo estoy contigo, como en verdad lo hemos estado tantas mañanas y tardes, en mi sala, en mi sofá, en mi cama o bajo la regadera de mi casa.

Dime que me quieres, aunque me mientas; que con esa mentira yo seré feliz como si fuera cierto; porque sabes que no me daré cuenta, ya que el amor es ciego, mudo y sordo, y no se fija en pequeñeces de qué es verdad o qué es mentira, simplemente cree y simplemente anhela.

Dime que me extrañas, que añoras volver a verme, aunque me mientas; pero dímelo con una voz dulce y tranquila, para que yo sienta que es verdad; o simplemente mándame un mensaje, que al recibirlo yo no detecte el tono de tu voz ni el de tus sentimientos. Escribe que piensas en mí cuando comes, cuando te bañas, cuando te acuestas en la cama.

Dime o escribe todo eso y más, aunque me mientas.

 Dime que me amas...

Dime que me amas,

aunque me mientas.

Aunque me mientas

de forma flagrante, vil y molesta.

 

No me digas que me usas,

que te sirvo para lo que se ocupa,

para lo que necesitas,

para lo que te hace falta.

Que eso ya lo sé,

que es parte de nuestro acuerdo.

 

Pero, por favor.

Dime ocasionalmente

que me amas, que me extrañas...

Aunque me mientas.

 


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