Yo escribo

Son las dos de la mañana. Todos duermen. Yo escribo. Escribo mientras miro la luna por mi ventana. Es una luna hermosa, es luna llena. Brilla con tal intensidad que alcanza a iluminar mi mesa. La observo con detenimiento. Si yo fumara, ahora mismo encendería un cigarro con un cerillo de madera; lo haría raspando su cabecita azul sobre el costado de lija de su caja, y con esa flamilla entre azul, naranja y roja le pondría fuego jalando aire despacito; luego, estirando levemente el cuello aspiraría dos o tres bocanadas de aire impuro, pero sabroso. Pero no lo soy. En cambio, si degusto de un buen tequila; entonces bajo a la cocina y me sirvo un shot discreto de ese brebaje mexicano que ha conquistado desde hace años al mundo. Mientras subo los peldaños, entre sorbo y sorbo, pienso en la luna. En efecto, la luna encierra un conejo, lo corroboro al sentarme en mi silla al lado de la ventana. Está parado sobre sus patas traseras mirando hacia arriba; las orejas le caen un poco hacia atrás. Es el mismo conejo que hemos visto todos. Mi papá, mi mamá, mi hermana mayor, mi abuela; y la abuela, el abuelo de mi abuela. Es el mismo conejo que ha visto Mahoma, Alá, Nefertiti, Einstein, Platón, Gandhi, Lao Tse, Sofía Loren, Da Vinci, Napoleón, Lennon, Mozart, la Virgen María, Hitler, Gengis Kan, Jesucristo y San Francisco de Asís.

¡Caray! No me había puesto a pensar que ese conejo une al mundo, a las razas de todo el planeta, de todos las tallas y tonalidades de piel y tipos de cabello, a todas con todos sus credos, creencias, fanatismos o sin nada de eso. Es el mismo conejo que las ha unido desde el inicio. ¿Cuál? El que sea; pues él siempre ha estado ahí. Es un conejo de paz, y también de armonía. El problema es que no volteamos a verlo y por eso nos volvemos huraños y violentos.

A partir de ahora, cada vez que me enoje, cada vez que me frustre o que de plano me encabrone; esperaré a que llegue la noche, para voltear a ver al conejo, al conejo de paz. Bueno... También lo voltearé a ver cuando esté feliz, cuando esté contento, cuando tenga tranquilidad. Ah... Y si es noche de luna nueva, o si no es noche de luna llena, porque el conejo sólo se aparece cuando es luna llena; entonces voltearé a ver a las estrellas. Ellas también traen paz, pero una paz diferente que depende del lugar desde donde las mires; porque no es lo mismo las estrellas que se ven desde mi ciudad a las estrellas que se ven desde la playa, o desde una montaña o desde el polo sur. Y no es lo mismo divisar a Orión que a la Osa Mayor, o a la estrella de Venus o a la constelación de Casiopea; porque todas tienen diferente paz; pero esa paz sólo sirve para aguantar, para aguantar un poco hasta que llegue el día de volver a ver al conejo de paz, al conejo de amor, de armonía, de tolerancia... al conejo lunar.


ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ


Ahora que recuerdo, yo he escrito muchos poemas y poemitas a los conejos y a las mariposas y a las hormigas. Creo que hasta a los changos y a los orangutanes. Así que gracias a los inventos de los hombres y mujeres que suelen mirar a la luna, con un click puedo buscar en mis archivos esos escritos. Aquí pongo algunos, entre ellos mis famosos Poema Perro y Poema Gato y mis archifamosos Amor Perro y Amor Gato.


      RENDEVOUZ

Cuando el claxon ladre
y cuando el perro suene,
ya habré llegado.

Ve y dile a tu madre
que te regresaré temprano.
De madrugada.
Eso sí. Más alegre, más sonriente.
Pero también, más cansada.

Ve y dile sin demora
que no se precipite,
que no encienda veladoras.
Que aunque enfrentes
peligros y temores,
a mi lado no te pasará nada.
Desde ahora, y hasta las seis
de la mañana.



    POEMA PERRO


Este es un poema perro.
Perro que salta y muerde.
Y que se esconde entre
las páginas de este libro
y espera que lo abras
para lanzarte un mordisco
directo al corazón.

Este poema no espera
ser gustado.
Porque es un poema perro.
Perro malagradecido
que salta y muerde.


    POEMA GATO

Este es un poema gato.
Gato zalamero y comodino
que no se esconde
si no sale a tu encuentro
antes de que abras el libro.
Para ronronearte
y lambisconearte el ego.

Este poema espera
ser gustado.
Porque es un poema gato.
Gato zalamero y comodino,
que ronronea y lambisconea.



         A BUG´S LIFE

Por favor, no le digas a nadie
que yo veo cuentapalitos,
catarinas y cucarachas por doquier.

Siempre vienen, siempre.
Se suben por las patas de mi cama
a las tres de la mañana.
Corren como locos por mis hombros,
y juegan a las escondidas en mis canas.

Me atormentan con sus ruidos
y me muerden suavecito.
Otras veces son tan buenos
que procuran no pisar fuerte,
y se marchan de puntitas
antes de que salga el Sol.

Me he acostumbrado
a convivir con ellos.
Hasta diría que los extraño
cuando se van de viaje,
cuando no pueden venir.

Espero, verdaderamente espero
que tú no seas como los otros.
Que no pienses que soy un poco raro.
Que no me mandes al loquero.

Tan solo porque veo cuentapalitos,
catarinas y cucarachas
por doquier.



       MARUCHAN


¡Ah! Esta mi recién
estrenada costumbre
de sopas Maruchan.
Antes fue de vino tinto,
comida francesa y oriental.

Hoy no va más allá
de Cambells, Corn Flakes
y soledad.

Sólo el perro se ha quedado,
el gato a los tres días huyó.

Ahora que no estás,
que sé que no regresarás,
más me vale que me guste,
que le halle sabor a mis Cambells,
a mis Corn flakes...

Y a mis sopas
Maruchan.



   AMOR PERRO


¿Para qué quiero tu amor?
Si tengo perro.

Le digo ven y viene.
Me recibe con saltos y maromas.
Se alegra todo
si conmigo a pasear sale.

Me espera impaciente
y no pregunta.
Me ladra cuando llego,
pero siempre de alegría.

Me pongo a pensar
y no lamento.
Otra vez me pregunto
en soliloquio.

¿Para qué quiero tu amor,
si tengo perro?




   AMOR GATO


¿Para qué quiero tu amor?
Si tengo gato.

Le digo ven,
y más lejos se encamina,
Le hablo con palabras tiernas,
y me responde con altanerías.

Se pasea orgulloso por la casa
y sólo viene a mí,
si algo quiere.

Se va cuando le place,
cuando le place regresa,
como sin nada.

Me digo y es bien cierto.

¿Para qué quiero tu amor,
si tengo gato?


José F. Viveros.   5 de noviembre de 2019


On Sat, Nov 9, 2019 at 7:23 PM Elba wrote:

Me encantan tus poemas y tus reflexiones. Sigue escribiendo Paco y disfruta de la luna que ya tan pocos pueden ver en esta urbe.

Enviado desde mi iPhone

----------------- -----------

Entonces yo le respondo:

Hola Elva

A decir verdad, ese fue un correo incompleto. Me faltó incluir un poema que escribí hace unos trece años (que abajo anexo); y que es el que mejor se ajusta a mi texto de la luna.
No lo hice porque uno de mis lectores asiduos es Alfredo. Alfredo no ha corrido con muy buena suerte. Hace como doce años murió su hijo de cáncer, jovencito, como de diecinueve. Yo escribí esa vez un correo muy sentido; luego, unos años después, su esposa falleció de la misma enfermedad. Sólo le queda una hija como de unos 28 o 32 años y su actual pareja.

Hoy día Alfredo está pensionado a fuerzas, ya que tiene cáncer y al parecer le quedan, quizá, unos meses. Yo le llamo de vez en cuando para ver cómo está. Él me contesta con mucho ánimo, pero sé que su mejoría es mínima, pero él siempre guarda un gran optimismo.

A Alfredo lo conocí cuando yo estudiaba la prepa, él ya estaba en la UNAM. Sé que terminó los créditos de un doctorado. ¿Pero eso qué importa? Bueno, sí; refleja que siempre le echó ganas al estudio. Ahora todavía vive con su pareja, quien lo quiere mucho y lo cuida. Él me ha enseñado que aunque el destino te sea adverso siempre hay que tener un gran optimismo y mucha fe, muchas ganas de vivir. También aprendí de él que el dinero no lo es todo. y que hay que tratar de ser feliz, cueste lo que cueste.

Va pues el poema que no incluí.

Un abrazo y otra vez, Feliz Cumpleaños.

Paco



VOY A MORIR

Mujer.
Voy a morir.
¿Estás lista?

Hoy el médico ha dictado la sentencia:
“Cancer terminal de estómago”.
Tiempo de vida: “Indefinido”…
Pero no mucho.

Habrá que ir pronto a casa
a hacer la lista de pendientes.
Empacar maletas.
¿Pero para qué?
En este viaje a diferencia de otros,
no se necesita ropa, ni libros para leer.
Aunque habrá tiempo de sobra.

Pintar la casa.
Eso sí es necesario,
para que dure al menos
tres o cuatro años linda,
de aquí a que crece Amador
y aprende el oficio de cargar
la brocha gorda.

Hacer una agenda de visitas
de vivos y otra de muertos,
para despedirse de los unos,
para pedir que me esperen los otros.
Arreglar papeles oficiales,
unos cuantos, no todos.

Irse de viaje
con la esposa
y con los hijos.
Sin grandes lujos,
sin desayuno buffet,
sin albercas ostentosas.

Al campo, o a la montaña,
a observar como pastan
los caballos y las vacas,
como brincan los chivos,
como corre el ojo de agua.

A mirar las estrellas de la noche,
a espantar al conejo de la luna.

Y los cinco juntos,
hacer una gran rueda
agarrados de las manos
y prometer no olvidarnos.

Luego ir a ver
a mi madre que aún vive
y decirle que cuide
a mis hijos como suyos,
y que pronto
de la mano de mi padre,
allá, la estaré esperando.

Ciertamente
escoger el lugar.
Ese en pleno campo
bajo el ciruelo grande.

Que me entierren
a flor de tierra.
Sin mortaja y sin caja.
Que me envuelvan
en un paño blanco.

Quiero que me caiga
fresca la tierra.
Que me moje el agua
cuando llueva.
Que planten
bugambilias y rosales.


Y a la sombra
de ese árbol grande.

Volveré a vivir.

De otra manera.
 

Comentarios

Entradas populares