Ama a tu prójimo... Como a ti mismo
Ama
a tu prójimo, como a ti mismo.
Pero
no digo que ames a tu padre, a tu madre, a tus hijos, ni a tu tía, ni a tu
abuela, o a tus hermanos... Porque a ellos ya los amas; o al menos, los toleras.
Ama
al ajeno, al que te necesita, y al necesitado; pero sobre todo ama al que te ve
diferente, al que te ignora, al que te molesta, al que te envidia, al que te
maldice, al que te mienta la madre.
Ama
al ignorante, al que no comprende y al que no entiende; porque para él, quizás
tú eres el que nada sabe y el que nada entiende; y pues, la vida no es una
apuesta de “¿A ver quién sabe más?”; porque hasta el que no sabe, sabe; y hasta
el sabelotodo ignora cosas básicas.
Entiende
que el amor se transmite por las palabras que salen de tu boca; pero más aún
por el lenguaje que expresa tu cuerpo y tu cara. Con él descalificas, hieres,
molestas, agredes o muestras indiferencia. O con él transmites calma, paz,
confianza, comprensión, amor y tolerancia. Con él invitas o rechazas.
Ama
al que se haya próximo y al que está distante. Ama a quien le hace falta.
Ama
a quien se cruza en tu camino, a quien tropieza contigo en la calle, a quien
coincide contigo un instante de la vida.
Ama
a quien se queda, a quien permanece, a quien comparte contigo una mañana, un
mediodía, una tarde.
Ama
a quien te acompaña en la comida, a quien se da el tiempo para degustar un café
contigo. Ama a quien conversa, a quien se queda callado, a quien te mira.
Ama
a quienes son diferentes.
Ama
al contento y al feliz, al optimista. Ama al siempre-ocupado, al que no sabe
amar, y al que ama, pero ama mal.
Ama
a quien muestra rasgos de prepotencia, de superioridad, a quien tiene efluvios
de violencia. Ama a quien se haya triste, a quien necesita consuelo, a quien
está solo. Ama al abandonado, al empobrecido y al desesperado. Ama al
despistado, al distraído, al que vive en las nubes. Ama al torpe y al que no
aterriza. Ama al enfermo, al recluido, al que le falta algo, al que añora algo.
Ama al necio, al terco, al empecinado en tareas vanas. Ama al flojo y al
indolente, al que no hace nada. Ama al despreocupado y al que todo le vale.
Ellos
son lo que necesitan más amor, más cariño, más comprensión que todos los otros.
Ya
verás que el amor todo lo puede, o casi todo. Que el amor casi todo lo tolera,
todo lo aguanta y todo lo soporta; porque si no fuera así, estaríamos llenos de
odio, de amargura, de sed de venganza, de envidias y de enojos.
Si
puedes amar a aquellos que de ti se aprovechan, y a quienes, de ti, sacan provecho,
a quienes te lastiman; hallarás que es fácil amar a la rosa, al perro, a la
vaca, al árbol, a la roca, a la estrella y al pasto.
Y un
día te darás cuenta, lo mucho que amas tu cama y tus sábanas, la mesa de tu
comedor y el sofá de tu sala, la regadera que a diario te refresca, al auto que
siempre te espera, a tu camisa favorita a cuadros y a tu pantalón de pana.
Porque
la vida sin amor es innecesaria, y los días sin amor...
Simplemente,
no cuentan.
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Cómo...
Cómo puedo amarte
Si no amo al mundo.
Cómo percibir tu aroma
Si detesto el olor de la hierba,
y el del tronco que se quema.
Cómo puedo desearte
Si no amo mi cuerpo.
Si no escucho lo que él me pide,
lo que me solicita.
Cómo puedo tocarte
Si no me acaricio
A mí mismo.
Cómo voy a amarte
Si no me amo yo.
Y si no amo
El aire
Que respiras.
Cuando
Cuando me acuerdo de ti
Hay algo que me pone triste
Será lo que no dije
Será lo que si dijiste.
No lo sé.
Pero cuando
me acuerdo de ti.
Hay algo
Que me pone
Triste.
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