Un Séptimo Diálogo. Sexo y Cariño
Amigo del escritor. |
— Oye, amigo escritor... ¿Cómo es que siempre te veo en una calma chicha, aunque por lo regular solitario y pensativo? Dime, ¿tú no deseas, ya no amas, y no te hace falta estar con alguien? No veo que tengas una compañera de vida, o una que te acompañe de vez en cuando, una amiga íntima, o alguien con quien compartas lo que te pasa día a día, alguien que atestigüe lo que haces, lo que sientes, lo que te importa; alguien que se dé cuenta de lo que vales. |
Escritor. |
—Parece que tienes razón, amigo, mi querido amigo. Déjame te digo que si para los demás les hace falta una compañía; para un escritor, tenerla es una necesidad, una exigencia que impone. Y me preguntas que por qué no tengo una compañera que ilumine mi sala, que abrigue mi casa, que alegre mi mesa, que caliente mi cama; pues creo que no tengo una buena respuesta. Pero si no la tengo, no quiere decir que sea algo que no deseo, que no busco, que no me importa. Déjame te explico que gracias a una que otra experiencia, encontré que si estar solo, para mí, no es un estado ideal, si es llevadero y tiene ciertas ventajas. Aunque eso no quiera decir que siempre esté solo y que no encuentre cariño de vez en cuando con una amiga, con una compañera con derechos. |
Amigo del escritor. |
—Seguro que sí, porque casi todos necesitamos de cariño, de cercanía y de intimidad. |
Escritor. |
—Lo has dicho bien, quizás más que compañía, más que intimidad, necesitamos cercanía. Y cercanía significa que alguien se interese en ti, y que tú te intereses en ella; porque la cercanía se construye como se ponen uno a uno los ladrillos de una casa, y lo que realmente importa es lograr que poco a poco esa cercanía deje de ser sólo una cercanía física, y se vuelva una de alma, de espíritu, de presencia; de saber que ella está ahí, en el otro lado de la mesa, duchándose en la regadera, leyendo en la sala, viendo la tele, o más lejos, en el trabajo, en el transporte, de viaje en otro continente, pero igualmente cercana. Entonces te olvidas si físicamente es bella, si tiene un cuerpo escultural, y la extrañas como es, y la llegas a amar y a querer. Cuando esa cercanía va más allá de los límites del cuerpo, cuando invade tu alma y tu espíritu, se da todo, intimidad, sexo, ternura y cariño. Pero no siempre es posible lograrlo, esa conjunción de cuerpo, alma y espíritu no es fácil. Así que ahora para sobrevivir he llegado a la conclusión que sólo necesito sexo y cariño, o más bien, cariño y sexo, los dos ingredientes que resultan de la cercanía. Sobre este punto, no soy exigente; por sexo algo de intimidad me basta, y de cariño, una atención, un gesto me van bien, y ambos los agradezco. Ya no pido amor, ya no exijo una pasión desenfrenada, pues yo tampoco puedo darla; tampoco exijo títulos nobiliarios ni una educación de Harvard, ni que hablen dos o tres idiomas, que lean tantos libros como yo leo, que cocinen, que tejan, que toquen el piano o que sean serias o alegres. Con que ella sea como es, como me acepta, me es suficiente. Te parecerá simple mi solución. Sexo y cariño, no más. Y cuando acumule más años, de sexo agradeceré que alguien me abrace, y de cariño que me den un plato de sopa caliente; y ten por seguro que yo haré algo más que eso. ¡Ah! Pero por ahora, sí te dijo que ella existe, está ahí, y a veces está conmigo, cuando puede, cuando se dan las condiciones. Y si no la amo como amé antes a alguien, si he llegado a quererla, a extrañarla y a respetarla. Cuando la veo, eso simplemente me hace feliz, y me esfuerzo porque ella también lo sea. Por ella también escribo, y por ella amo las flores y los árboles, la mascota que a veces la acompaña, y por ella amo más mi sala, mi mesa y mi cama. |
Amigo del escritor. |
—Vaya que eres raro escritor, bien dicen que siempre hay un roto para un descosido. |
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—Sí, soy un roto del corazón y un descosido del alma, y quizás por eso tengo esta imperiosa necesidad de escribir, de contarlo todo; pero recuérdalo, con el tiempo olvidas las exigencias, los celos, el requisito de tener una compañía siempre contigo, y te conformas con un poco de sexo y cariño. Pero olvidemos el tema y alcemos otra vez estas copas de vino tinto que el tiempo pasa y es inclemente con los tristes y los abandonados. Hagámoslo antes de que sea la hora en que ella venga, porque ayer me habló y me dijo que tocará mi puerta esta tarde, o esta noche, y vendrá a acompañarme en mi soledad, y a llenar de luz toda mi casa. |
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L’Incredibile Storia Delle Isola delle Rose
No es verdad que exista
Una Isla de las Rosas
Donde el amor no acaba
Donde no hay males ni fobias
Donde no hay virus que acaban.
Es un estado utópico
Que sólo existe
En la cabeza de un loco
De un loco enamorado de la luna
Y del sonido de las olas.
Allá te espero
Allá iremos juntos a quedarnos
Donde no llegan los males
Donde la cama es angosta
Y ancha como son los mares.
Alla nos amaremos sin miedos
Sin temor a que los aires
O que los besos
Nos acaben
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Regresa
Mujer, regresa
Antes que mi odio
Te alcance
Y no quede trazo
De tu imagen
De lo que eras
De lo que fuiste.
Regresa pronto
Porque comencé a odiar
Cuando abriste la puerta
Y poco a poco
Ese odio creció
Como la mala hierba
Que con el tiempo
Arruina el pasto.
Regresa pronto
Antes que mi odio
me rebase, te alcance
y entonces, sea
Demasiado
tarde.
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