Mi concha

Hay días en que me meto en mi concha; y ahí me quedo sin que me perturben los ruidos externos, las últimas noticias, los molestos anuncios; y no me importa si afuera caen rayos y tormentas, si se desbordó el Nilo, si la guerra en Afganistán paró o continua, si en mi familia nació un nuevo varón, o si mi vecina se sacó el premio gordo de la lotería. Yo en mi concha me quedo y ahí me escondo.

¿Qué si me importa salir? No, no; aunque oiga que afuera el día está maravilloso, que hay un cielo límpido y azul, que se oye el trinar de los pájaros y que las mariposas revolotean entre geranios y rosas. “¡Qué bueno!” Me digo. Que todo lo disfruten los que están afuera y que les aproveche. Yo sigo a buen resguardo dentro de mi concha.

Aquí hay una temperatura agradable y cálida; de compañía me tengo a mí y mis pensamientos que nunca me abandonan. Yo le llamo mi hoyo, mi cueva, mi agujero. Aquí me meto cuando tengo miedo de todo, de salir a la calle y que en un descuido una motocicleta que vaya a cien por hora me atropelle y me deje manco y tuerto, que me caiga un meteorito en la cabeza o que un virus desconocido me infecte.

Ya han venido a tocar a la entrada mis mejores amigos, mis hermanos, la que un día fue mi esposa, hasta escuché a mi mamá llorando, suplicándome que saliera. De eso ya han pasado algunos días.

Ahora reina aquí adentro una calma, una paz chicha, monástica, casi espiritual. Yo por mi cuenta ya olvidé el hambre y los deseos de la carne, ya no se me antoja nada, nada para mi cuerpo y nada para mi alma.

Pero no crean que estoy aquí sin hacer nada. No, ya he llenado con historias fabulosas cinco cuadernos de raya y todavía me falta por llenar otros nueve. En esos cinco he escrito historias fantásticas que nunca se me hubieran ocurrido estando allá afuera. El día en que salga las publicaré y traerán verdades increíbles a muchos, a miles, quizás millones, que nunca se han arriesgado, como yo, a quedarse dentro de su coraza. Al leerlos de seguro llorarán a lágrima suelta, o se llenarán de euforias y arrebatos, porque pocas verdades sinceras han quedado manifiestas en unas cuantas letras.

Pero por lo pronto tengo que seguir escribiendo, porque al revisar el último cuaderno, descubrí que sólo había anotado puras loqueras sin sentido ni congruencia.

Tengo que apresurarme, porque ayer, por un resquicio de la puerta, oí que ya planean venir a derribarla; a pesar de los tres candados que tengo y las cajas, mesa y sillas que dejé bien firmes para atorarla. Vendrán a tirarla para llevarme a fuerzas al psiquiátrico.

Tengo que apresurarme para que al menos de los primeros nueve u once cuadernos salgan dos o tres libros con historias fabulosas para que queden como fehaciente prueba de que nunca he estado más cuerdo, más congruente y sensible que estando aquí dentro de mi concha.

Pero tengo que apurarme, porque apenas llevo cinco... Y todavía me faltan por llenar otros nueve.

 

 ∞∞∞∞…. ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ…. ∞∞∞∞

 

De Pronto

De pronto

se quedó mudo el mundo.

Tú ya no estabas.

Yo ya me había ido.

No había ni perros ni gatos

Que ladraran que maullaran

en la casa.

Y los pensamientos,

en tu mente y en la mía,

se fueron extinguiendo.

Ni te acordaste de mí,

y yo olvidé tu nombre

y tu figura.

 

El amor se deshizo en un santiamén.

Como se deshacen las nubes falsas

Que presagian tormentas.

 

Y el mundo se quedó mudo

De pronto...

 

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