Cómo escribir novela
Deduzco que un escritor de novela es muy diferente a
un poeta. Un poeta es de instantes, de flashazos. Es un soñador. El novelista
es de continuidad, de trabajo y de imaginación, es un realista; y aunque ambos
son disciplinados y dedicados por completo a su oficio, a veces son unos
cínicos y unos chivatones de sí mismos.
Entiendo que en el proceso de escribir novela el autor
debe iniciar por un texto corto; ese que de pronto le llega, pero que tiene “algo
especial”: sabor y sentimiento; lo que ya
define el tono de la historia, de quién o quienes son sus personajes, con carácter
y características propias. Si esto el autor lo siente, lo cimbra; entonces puede
proseguir, y durante el ejercicio de darle cuerpo a su novela, entrará a darle
personalidad y vida a su texto, a detallar ambientes.
Esa trama ya definida, inicio, desarrollo (aunque
incipientes), no es rígida, y los cambios la enriquecen. El proceso no tiene un
orden, con frecuencia se conoce el desarrollo, otras el final, otras el inicio,
o meras partes aisladas. Lo importante es escribir de manera suelta, dejar
fluir las ideas, sin compromiso, dejando que el escrito nos lleve; ya posteriormente
esas partes se integrarán en un todo; o se desecharán, si no encajan, si no
sirven.
También será importante elegir un título inicial, eso
le da rumbo, identifica a la novela, le da pertenencia y liga anímica,
sentimental, íntima con el escritor; a partir de las primeras páginas se
convierte en su secreto y deja de ser un mero ejercicio sin dirección.
Un escritor describe el carácter y el estado de ánimo
de sus personajes, sean estos seres animados o inanimados; ellos tienen
sentimientos y los transmiten al lector; ellos enamoraran, provocan empatía,
engendran enojos, atemorizan, provocan pesadillas o sueños placenteros. De
hecho, se vuelven seres de carne y hueso. Cuando el autor puede contagiar
tristeza, nostalgia, enojo, alegría; o desamparo, jodidez, abandono, euforia, a
través de ellos, sin usar las palabras directas; ya tiene mucho ganado.
Un buen escritor es una persona culta, experimentada y
vivida, que ha gozado y sufrido intensamente; por eso, él conoce y sopesa el
valor de cada una de las palabras, sabe de la importancia de los adjetivos, y
cuenta con un bagaje amplio de ellos, no de los comunes, sino de aquellos que
le dan el matiz, el trazo suave y definido a la escena, a un simple párrafo; su
uso es la herramienta para darle brillo, tono, ritmo, a un escrito. Él los ha
aprendido de sus innumerables lecturas de los grandes; esos libros “gordos” e
ileibles están llenos de ellos; también en la plática diaria con quien se topa
en el camino. Aprender a encontrarlos y a gozarlos es algo que el que gusta del
sabor de las palabras, lo sabe hacer y lo disfruta. Lo mismo aplica para los
sustantivos y los verbos. En este ejercicio, el autor combina palabras con
signos, con el simple uso de puntos y comas, y consigue darles sabor y giros a sus
personajes, le permiten mostrar actitudes de soberbia, de enojo, de desplante,
o de mera ternura. Y aunque muchos escriben pequeños cuentos, historias cortas,
libros de “Tú puedes”, de “Échale ganas” que pueden resultar afortunados, que
convencen a lectores no exigentes del mass media; escribir libros que intenten
ganarse el respeto y cariño del lector avezado requiere extremo oficio y ese
“algo” que debe tener un texto. Por eso, la tarea de escribir novela no es
fácil y no es pronta, y sí es el resultado de una buena imaginación, paciencia
y trabajo duro. El escribir es un ir y venir por el texto que con cada revisión
toma más realismo y convence. Lo que exige releer y rescribir cuantas veces sea
necesario, hasta el punto que logremos que esos personajes a los que tratamos
de darles vida se muevan por sí solos. Si en el proceso, de pronto vienen y nos
platican, nos dictan sus diálogos, nos asaltan antes de dormirnos o durante el
sueño, sabremos que uno no ha sido quien ha escrito ese libro.
Ahora me voy, pido disculpas. Tengo una cita íntima con
Mariele, la chica de mi novela. Me mira a distancia y me coquetea con picardía,
y casi puedo asegurar que me ama con locura y tiernamente... Aunque cuando
trato de abrazarla, se va corriendo, escapa y se mete en las páginas de mi
texto. Sólo me pertenece cuando voy a él y comienzo, otra vez, desde el
principio... a leerlo.
ɷɷɷ …. ∞∞∞…. ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ…. ∞∞∞ …. ɷɷɷ
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