Ahora que empieza un nuevo año
Ahora que se ha terminado la época de
navidad y que ya se fue lejos el año viejo; ahora que volvemos a ser nosotros
mismos, así como hemos sido siempre, de simples y complejos; te imagino
tranquilo, tranquila, leyendo estas líneas en la sala de tu casa, en tu
oficina; tus ojos deslizándose por los renglones como si fueran esas máquinas
viejitas de escribir, escondiendo un mundo detrás de esa mirada, pensando al
mismo tiempo en lo que este año traerá para ti y para quienes amas;
preocupándote entonces de lo que mucho de adverso que ya anuncian las noticias
de la tele, las del celular; diciéndote palabras que no llegan a los oídos de
ninguno; viéndote en el futuro, imaginándote afrontar dificultades, como
antes… lo que necesariamente te lleva a
pensar en el pasado, con todos sus detalles: El día que saliste de la primaria,
cuando te graduaste, el primer viaje de vacaciones, la luna de miel, el
nacimiento de uno de tus hijos. Todo... Recordándolo como si echaras a correr
cortos de cinema en technicolor. Ahí están tus amigos y familiares, riendo,
tomando cervezas, tus padres a un lado, orgullosos; tú estirando la mano para recibir
un título, o para poner un anillo, las mesas con manteles, el jardín arreglado,
los abrazos, el traje o el smoking, las palmadas en la espalda. Luego, de
pronto, abrir los ojos, restregarlos, y regresar, otra vez, a este escrito.
Yo me imagino, activo este año, al
parecer de mucho trabajo, en consecuencia con desvelos voluntarios y forzados
para atisbar ese lado misterioso de las letras. Me pongo a imaginar las
lecturas que traerá el futuro, las nuevas palabras y mundos sin estrenar.
Pienso en los forasteros que llegarán a mi casa, que conoceré por los libros,
que se volverán mis amigos, mis conocidos, como los que en la realidad, tengo.
Ya las disfruto, con sus misterios, acertijos y romances.
Me detengo y volteo a mirar el reloj de
pared. Me pongo a imaginar que él, es el prisionero del tiempo, el que dejará
escapar entre tic-tacs los minutos y las horas, para que después el calendario
deje caer a escondidas, mes a mes, sus hojas; para llegar —otra vez—, a una
nueva navidad y a un nuevo fin de año; y así, tú y yo, sin realmente darnos
cuenta, seguir cercanos en esta costumbre de lecturas y textos ocasionales.
Ahora mientras el mundo gira en sus
marasmos, me doy cuenta —como buen antídoto contra las crisis—, que alrededor,
cerca y lejos, hay gente excepcional haciendo cosas sorprendentes y buenas, y
que con tan sólo cambiar nosotros mismos, podemos cambiar al mundo, y que este
propósito, es algo ya de por sí, maravilloso.
Al inicio del día, una sonrisa;
Al principio de semana, una sonrisa;
Al inicio de mes, una sonrisa;
Al inicio del año, una sonrisa.
Yo sólo añadiría:
Al
irse a la cama: Una sonrisa.
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