Il mio De Profundis. Parte IV

Se tolerante con los demás, pues la igualdad no existe, ni nadie piensa o actúa exactamente igual que otro. Esas coincidencias no se dan en el mismo entorno o en la misma hora y minuto. Similares, puede, cuando hay un proceso, un aprendizaje, cuando ocurre un milagro. Y luego que dure... ¿Dónde? Se requiere tolerancia o amistad o compañerismo, o amor, o sentido común; y todas varían. Así que las más de las veces te tienes que adaptar, poner tu parte en el trabajo, en la escuela, en el oficio, en la casa. Piensa que los otros deben hacer lo mismo... Si tienen que, o quieren convivir contigo; pues no todos somos monedita de oro y todos tenemos muchos defectos, y por supuesto, también virtudes; y éstas tampoco son iguales. Además... ¿Por qué tendríamos que ser perfectos o iguales? Imagina. ¡Qué tedioso y aburrido! Así que debes aprender a ser flexible, a acomodarte a los cambios del entorno, a los altibajos que te presenta la vida.

No seas vano, cínico ni sentimentaloide, pues sólo te estarás engañando a ti mismo ‒y a algunos cuantos inadaptados e inmaduros‒. Y ahí, sinceramente, no ganas nada; y tú por el contrario te quedarás aislado con los años, con el alma gastada y devaluada.

Eso sí, sé auténtico, original, tú mismo. Posee un alma propia, no una copia de la de los demás. Ten carácter, una manera de ser definida, sin tratar de ser un Frankenstein moderno hecho de la pedacería de los modos, de los hábitos de otros. Ser auténtico será lo único que te quede, para gozar esa autenticidad como si fuese única. Porque lo es. Aunque a ti te parezca que hay miles, millones repetidas.

Ponle un alto a la ambición y a la avaricia. Pues si abusas de tus clientes, de tus vecinos, de tus amigos, o de tu familia ‒y conste que aquí no aplica la “Ley del Talión”, la del ojo por ojo y la del diente por diente, ni la de gramo por gramo, peso por peso, o la de coraje por coraje, o la de lágrima por lágrima‒, les quedarás a deber. Porque a la mayoría de la gente, la ambición y la avaricia no la pierde. ¡Hey! Pero no te preocupes. Porque siempre encontrarás a quien engañar y de quién abusar, pero cada vez serán menos y estarán más distantes.

No te sorprenda que con el tiempo algo se te revierta, y te vuelvas “Alguien” al que todos le den la vuelta. Eso sí, quizás un pudiente al que nadie quiere cerca.

El cambio está al alcance de tu mano ‒si quieres‒, porque los demás, la mayoría, tiene una reserva infinita de perdón; si lo haces de corazón, y si no tienes vuelta.

Se vale caer o dejarse caer o en un mundo sórdido, lóbrego y bajo. Tocar fondo. Porque no todo en la vida es miel sobre hojuelas, y cada quien en esos casos tiene sus propias razones. Aprende a soportar esos sentimientos, porque ese mundo también es vida, sacando fuerzas de flaquezas para aguantar y entender las razones que te llevaron a ese estado, aquilatando el tiempo de cuando estuviste arriba, sin quejarse demasiado, pero tampoco sin vanagloriarse de haber visto tiempos mejores, pues de seguro no estás solo, y quienes comparten tus mismas condiciones ‒por las razones que sean; sin duda, válidas‒, escasas oportunidades tienen de escapar, y tus presunciones para ellos no tienen gran valía. Por lo que tendrás que volver a tomar fuerzas. No de un día para otro, no de la noche a la mañana. Si se puede... Hazlo sin pensarlo más, sin tardanza. Si no, araña gradualmente el túnel de salida hasta ver un claro, y persiste sin mirar atrás hasta que estés completamente afuera. Deja ese pasado en el pasado. Olvida.

¿Verdad que el mundo no se compone con simplemente cerrar los ojos? Aunque uno no lo quiera, el entorno gira y no se detiene porque tú estés sufriendo, porque te faltó tiempo, ganas, ambición, o por caprichos.

 

                                Húndete o nada.

 

A veces esa es la regla que rige tu destino. No la evites o la postergues... porque te estarás hundiendo.

Aprende a soportar lo aburrido, lo tedioso, lo cansado de la vida ‒si en ocasiones esa es tu percepción de ella‒; pues no es cierto que todos los días hay circo, maroma y teatro, y los actores, actrices, payasos o mimos con quienes convives, no hacen siempre su mejor papel por la mañana, el que no repiten al caer la noche; y tampoco hay fuegos artificiales, fanfarrias y festivales en la plaza principal todos los fines de semana. Por lo que el día a día... No es más que eso: “Un día a día”.

Eso sí. Si tú quieres, cada día puede traer bombos y sorpresas, ya que por lo general, los parques, los museos, las montañas, los cafés de esquina, los libros, los conciertos, los salones de baile, los cines, siempre están abiertos... y esperando; y muchos de ellos, no cuestan.


 

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