Porque sólo te querían...


Escritor.

Porque sólo te querían para poner tu nombre en una lista. Para que así dijeran que tú, pueblo, estabas conforme con lo que están haciendo, porque según ellos –y según tú–, eso era lo correcto; que esa era la pura neta, que la voz de uno, es la voz de todos. Y que para corroborarlo, hacía falta un refrendo, un refrendo estúpido que costaría millones, como el anterior en que se validó –o no me acuerdo si así fue–, o sólo fue un gran oso, un gran fiasco, que igualmente costó millones. Sí, ese donde se trató de constatar que los anteriores eran unos ladrones; y que pronto se olvidó, así que había que repetirlo. Esta vez, para que con el resultado alguien dijera. “¿Lo ven? Sigo siendo el más querido.” “El más querido a la mitad del camino, por lo que así me sigo.”

Y el ejercicio se hará, porque aquí lo que importa es la voz del pueblo. Ya veremos si al final, cuando el más querido se vaya a su ermita a saborear los triunfos y las guirnaldas del pasado, los que nos quedemos seguimos siendo los mismos, o un poco más devaluados.

Pero... Y qué tal, que el de la “mesa que más aplauda” dijera. Según mis datos: Soy y sigo siendo el más querido. Así, que no es necesaria una encuesta innecesaria.

Entonces, todos gritaríamos: “Bravo, hurra”. La cordura ha ganado una batalla. Y nos aprestaríamos a darle un gran punto a su favor...

Aunque la verdad, no creo que eso pase. Así que no te preocupes. Tú ve y cruza la boleta con la marca que diga... Sí, sigue siendo el más querido. Y a tu regreso no te olvides de darte un cocowash efectivo, porque el sustento no llegará a tu mesa ni a tu casa con sólo estirar las manos. 

Amigo del escritor.

Pero... ¡Hey! Escritor. Te has olvidado que quien sabe escribir al poner el dedo en la llaga, es como quien tiene una pistola en la mano...

Mejor regresa a tus escritos. Esos donde dices que hay que echarle ganas a las ganas, que la alegría se pelea como si cada día fuera una lucha de tres caídas sin límite de tiempo.

Escritor.

Tienes mucha razón amigo. Olvídalo. Me dejé llevar por lo que dicen los periódicos. Mañana ya verás que he recuperado la cordura y vuelvo a escribir de lo maravilloso que es un amanecer, después de que el día anterior te acostaste doliéndote las costillas por pelear la más dura, y última, de la tres caídas.

A bientôt, arrivederci. Adiós Amigo.

 

 


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