Todos dicen

Todos dicen que me estoy volviendo loco...

Creo que han llegado a esa conclusión porque me han visto –pasada la medianoche–, declamando poemas en las ventanas.

Aclaro que siempre son de colonias diferentes y que no son todas. Sólo lo hago en aquellas con un arreglo de corazones de hierro o en las que tienen una manita de león en la puerta de su entrada.

Los declamo en voz alta, pero marcando con la entonación los sentimientos más puros del poeta que los ha escrito –que soy yo, aunque nadie lo sepa.

Los lunes me da por recitar poemas de miseria, los martes los que tienen que ver con la fauna o la flora, así sean perros, arañas, pájaros, hojas, barañas u hormigas. Los miércoles los dejo para los poemas de pasión y de lujuria; cuando termino, me quedo esperando a que el que los escuche los satisfaga, porque yo, definitivamente, ya no puedo.

Sé que a veces lo que hablo no tiene sentido, como si tratara de explicar cómo llegar a la Antártida, pero la descripción indica como adentrarse en Manchuria. Y como muy pocos me entienden, prefiero hablar sólo conmigo. Eso sí, no cantinfleo; si lo hiciera, entonces estaría hablando con alguien.

Creo que más bien soy un loco como el Cortázar. Un loco pensante, un loco cuerdo, uno que como él confunde los teléfonos con gatos, o uno que se queda estático viendo como gradualmente su casa está siendo tomada; sólo que en mi caso, es mi cerebro el que está siendo avasallado por mi locura, y mis pensamientos sensatos se van arrinconando hasta la última escuadra donde todavía pone resistencia la cordura.

Yo sé que no puede ser verdad lo que todos afirman. No puede ser, porque apenas ayer me hice una prueba matemática y corroboré que dos más dos no son cuatro ni cinco, sino ocho. Entonces comprobé que sigo cuerdo al cien; y todos lo que afirman lo contrario, son los verdaderos locos, locos de remate y sin castigo.

Y para que no quede duda de lo que dijo, van enseguida algunos poemas de esos que declamo enfrente de algunas ventanas vacías.

 

Brújula

Los dos como judíos errantes

Que han perdido la brújula

Que no saben dónde queda el norte

Ni dónde está el sur.

 

Los dos buscando el amor

Sin encontrarlo.

Buscando la felicidad

Donde no la hay.

 

Sabiendo que

Ambas están aquí.

Donde estamos los dos.

  

¡Qué “#$%& Tristeza!

No sabes

Qué  #$%& tristeza me da...

Verte.

 

Tú, sin mí.

Y yo...

 

Sin ti.

  

Como te quise yo

Y si yo

no te hubiera querido...

Como te quise yo.

Pasarías desapercibida

Al otro lado de la acera.

 

Serías una más.

Una más de la multitud

De las que no han tenido

quien las ame.

Como te he amado...

yo.

 

De pronto

Carajo

De pronto no tengo nada que decir,

Como un amante que se queda sin palabras

Mirando al vacío o a la vida sin que vea nada.

Me convulsionó, pero de mis labios

No sale ni una sola palabra.

Estoy jodido.

 

Escritor que no tiene nada que escribir

Es como un amante eunuco que ya ha perdido

Toda su virilidad y toda su fuerza.

O como una prostituta

Que ya no gime

Ni aprieta...

 

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