Gato marrullero

Hoy el verdadero gato ha mostrado las uñas. Ese que llegó a la puerta de la casa, maullando y pidiendo un poco de amor y de cariño, ese que era comodín y zalamero, se ha vuelto orgulloso y pendenciero. Bueno... Eso no es nuevo. En cuanto le pusieron su tazón con leche y su cama caliente, se puso a maullar cada mañana y a lanzar zarpazos contra todos.

 

Más nos merecemos por traerlo de la calle y por abrirle de par en par la puerta, porque creíamos que iba a alegrar nuestras vidas.

 

Y ese gatito cariñoso se ha vuelto un minino que se cree tigre feroz. ¡Aguas, porque defenderá su área y sus privilegios como si creyera que siempre le han pertenecido! Pero hay que tener cuidado, porque esta vez no viene solo, se ha traído a algunos gatos de las azoteas y de lo más recóndito de la cuadra, y hasta unos perros corrientes que ladran fuerte y amenazan con lanzar mordiscos; y tal parece que están dispuestos a los actos más viles, contra ti, contra mí, contra todos.


La solución es sencilla, más no por ello fácil. Hay que enseñarle quien es el amo de la casa, quitarle su cama blanda, su tazón de leche y ponerlo de patitas en la calle.

 

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