De pronto alguien me lee...

 De pronto alguien me lee... Y yo vuelvo a escribir como si nada. Me leen, me escuchan por aquí y por acullá, y lo hacen en el idioma que más amo; supongo que les queda claro lo que digo, porque yo no escribo cuando escribo, yo en verdad hablo, hablo suavemente como si estuviera cantando despacito y ocupo las palabras má simples que tengo para decir lo que yo quiero.

Así que me da gusto saber que tú por allá me escuchas y que de pronto te olvidas de la tele, o de tu cel, de tu computadora, y hasta crees que es un libro ese que abres para escuchar lo que te digo.

Una palabra de amor, un cariñito expresado en letras es lo que hago, o un guiso con especias de mi tierra para que te delites como tacos de canasta, o como un sabroso mole, acompañado de un traguito de tequila. Porque al fin todos somos iguales por dentro, aunque por fuera seamos disparejos... Y sentimos... ¡Ah Caray! Cómo sentimos, somos unos paños de lágrimas cuando nos agobia la tristeza y unos locos desquiciados cuando en nosotros se apodera la alegría; y no importa que estemos en la China, o en la Argentina, en Islandia o en una isla de Australia, de Borneo o de Indochina, porque igual lloramos y reímos y nos preocupamos y sufrimos con las disparidades tan singulares que nos da la vida.

Pero, ¡Animo! ¡Vamos! que esto apenas comienza. Vamos a darnos unas cachetadas fuertes, vamos a ponernos las pilas, porque la alegría y la paz mental se trabaja. Hagamoslo pronto, porque no hay que perder el tiempo, que tiempo es siempre lo que hará falta.

Por eso estoy alegre, porque hoy alguien me escucha. Ojalá me respondiera para poderle confeccionar un escrito a su medida.  

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