Hay un tiempo...

Hay un tiempo...

Para empezar de nuevo... Sí, desde cero. Como si lo que hubieras hecho antes valiera nada.

Hay un tiempo… Para borrar el status que tenías, para cambiar de estilo, para reestructurar tu vida y tu negocio, para ver que puedes mejorar y qué debes de dejar...

Hay un tiempo que se parece a la derrota y a la desesperanza, que se asemeja al abandono, de otros y de ti mismo y sientes que te has quedado solo, porque hasta tú te has abandonado; y se parece tanto que casi es igual, pero luego un destello te dice que sólo es una coincidencia de los hechos, de la vida, y algo y algunos te dejan saber que no estás completamente solo, y aquellos que no hablaban palabras, tienen hechos más contundentes que un discurso de mil palabras, y están ahí, llegan en el momento más oportuno, cuando más necesitas un respaldo, un brazo fuerte, un sostén, porque las fuerzas te flaquearon y también la voluntad. Y al sentirlos te sientes más fuerte que nunca, y no, no fue una derrota, tan sólo unos pasos para atrás, que no quisiste dar, pero las circunstancias te obligaron a darlos, más bien te empujaron, de pronto; fueron sorpresivos y te agarraron con la guardia baja, con el escudo lejos de ti y con la espada en su vaina.

Pero no te quejas, sí lloras, si te lamentas, pero no te acobardas, y te niegas a renunciar, porque sabes que renunciar es de los cobardes. Vas a un rincón de tu casa, de tu vida, y te pones a pensar si algo hiciste mal, o no mal, pero no lo perfeccionaste o mejoraste, y algo se dio en tu contra, de las circunstancias, de quienes trabajaban para ti, y se aliaron y te quisieron ver derrotado, triste y decaído, vencido. Hicieron una revuelta, un berrinche y se aliaron para tumbarte, para verte doblado y postrado, porque creyeron que el status de tu negocio, de lo que tu hacías, de tu especialidad, de tu conocimiento, les pertenecía más a ellos que a ti, y confabulados te abandonaron de pronto.

Pero he ahí que pronto los olvidaste, sus nombres y sus malas acciones; y pronto, más pronto de lo que te lo esperabas, buscaste alternativas, sacaste fuerzas de flaqueza y te pusiste a tirar madrazos aunque sea al aire y diste swings acertados, en la dirección correcta y corregiste; para darte cuenta que ya estabas de nuevo de pie, listo para dar la batalla; y te diste cuenta que no perdiste nada, que al contrario ganaste, ganaste bastante y ahora te sabes fuerte y decidido y de ahora en adelante tomarás previsiones para que el destino no te agarre desprevenido.


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