Lo bueno es que tienes un Dios...

 Lo bueno es que tienes un Dios...

Un dios que no te oye, que por más que clamas hacia él, no te escucha, ni le importas; porque está ocupado con la creación de galaxias, con la aparición de nuevos hoyos negros, con la explosión o imploción de una de las millones de aristas de este universo; y tú rogándole que sane a tu hija, la que sufre, que le quite ese cáncer a tu amiga, que tus rodillas aguanten unos cinco años más, que encuentres trabajo, no como el que tenías, sino aunque sea uno para subsistir.

Y ante él te hincas y le rezas y le lloras y le imploras...

Entonces, se da el milagro, encontraste trabajo y lo agradeces, aunque haya sido como lavaplatos en la fonda de tu hermana, y entonces tus rodillas se fortalecen, tu hija ha mostrado mejoría, mínima, pero ya la tiene y ya la abraza, y a tu amiga le han dicho que su cáncer se detuvo, aunque no sea cierto... Y todo ocurre porque tú tienes un dios, y él te ha oído, te ha escuchado desde los cielos, aunque lo más cierto es que no haya hecho nada... Pero sí, sí hizo algo, te dio esa fe a prueba de quebrantos y esa confianza para no desfallecer.

Lo bueno es que tienes un Dios...

 

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