Yo también tengo a alguien...

 Yo también tengo a alguien. No es oficial, ni todo el mundo lo sabe. En realidad, lo saben muy pocos de mi lado; y de su lado, ella y nadie más.

Es tierna, dulce, alegre, y si no dice que me quiere y que me ama, al menos en los hechos, algo como eso, se deja ver. De modo que a mí no me hace falta decirle palabras, que para palabras ya ha tenido bastantes.

No tiene altos grados de esos que dan en las universidades, pero que para la comprensión y el cariño no son necesarios; porque hay quienes los tienen, pero no fueron a la escuela de la vida, donde enseñan esas materias que van emparejadas con el compañerismo, la atención, el cuidado, el no digas lo que duele o hiere, no te enojes innecesariamente y si algo te agrada de él o de ella, dilo, pero sin palabras.

De modo que siendo ella como es, ya no diré que la amo o que la quiero; pero sí que le tengo un cariño especial y que con sólo verla, me provoca ternura, y que cuando no la veo más de tres días, la extraño, y si pasan otros dos, la extraño más.

También es cierto que le llevo más de veinte abriles, porque de esos ella lleva un poco menos de treinta y seis; y yo más... de sesenta y dos. Pero si ella está ahí y no se va, por algo será.

Su compañía no tiene precio ni prisa y mientras ella esté, yo me siento satisfecho y feliz de estar en este mundo. Y si un día se va, estará bien. Algo en ella habré aportado, sabiendo que ella en mí... Ha puesto demasiado.

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