Hijo mío
Hijo mío. Ragazzo mio, my son, mon fils, watashi no kodomo
Algún
día alguien cercano que me conoce bien, vendrá y te dirá que soy un fracasado,
un amargado, alguien que no ha logrado nada importante.
Te
dirá que tuve todas las oportunidades y que no las supe aprovechar, que fui un
irresponsable, un hacedor de castillos en el aire, un tonto y un iluso.
Incluso
dirán que de joven era brillante, hasta podrían exagerar diciendo que era un
genio, que todo se me daba y se me daba bien; pero que un día me dio por la
bohemia, por el vino y las malas compañías, que me emborraché incontables
ocasiones y que me di a los vicios, que amé a muchas más mujeres que la mayoría
de los demás, y que en esa obsesión todo lo perdí.
Que
no logré ninguna meta en mi oficio, o en mi trabajo, y que mi especialidad fue
perder el tiempo y en siempre creer que yo podía hacer más y que me merecía
mucho más.
Te
dirán que soy un creído y un vanidoso que se jacta de sueños que nunca
concreté, de falacias en las que sólo creo yo, que voy por el mundo
pregonando lo poco que fui, como si hubiera sido una gran hazaña, un logro
mayúsculo, y que lo repito hasta el cansancio, tanto, que los otros no lo
quieren oír más.
Que
me rodeé de amigos inútiles y desobligados, una mera copia de lo que yo fui.
Que ahora, ellos, como yo, deambulan por las calles sin oficio ni beneficio,
que da lastima verlos... Y que al verlos te acuerdas de mí.
Hijo
mío, aquellos que te vengan a decir cosas no apropiadas de mí, quizás no sean
uno o dos, sino más; por lo que te harán pensar que uno o dos... puede que estén
mal; pero tres o más, ya hace una pequeña verdad.
Hijo
mío, no te pido que les creas o que no los oigas... Sólo te pido que guardes en
ti esa idea que siempre has tenido de mí.
Comentarios
Publicar un comentario