Terminé de escribir Ermitaño
Hoy por diezmilésima vez terminé de poner palabras de más o de menos en el texto de Ermitaño. Un libro de reflexión profunda que me llevó más de dieciocho años escribirlo, en donde hubo pausas, aprendizaje, infinitas horas de lectura y de relectura, noches enteras en vela añadiendo, corrigiendo, modificando. Todo por darle una suficiente personalidad a sus personajes.
Si alguien conoce un proceso más corto y menos doloroso para escribir un libro, que me lo diga, con la consigna que no le voy a creer ni el bendito, porque un libro se ama desde la primera frase y hasta la última. No hay manera de reducir o aumentar el gozo o el dolor al escribir cada una de sus letras, de sus palabras, donde la Y, el O, el Si, el ni cuentan como palabras que incluso cambian el destino de la frase que sigue. Donde no hay frases ni palabras sueltas o puestas al azar. Todo se mide y se calcula, palabra por palabra, coma por coma.
Dejaré el primer capítulo de Ermitaño en este blog. Si gusta, si hay respuesta, si me llegan comentarios pondré un segundo. Por lo pronto en pocos días sus 214 páginas se podrán leer en formato de libro para que no se queden ahí atrapadas en mi computadora.
Comentarios
Publicar un comentario