Definitivamente, ya no escribiré más poesía...

 Ya no lo haré, porque ya escribí bastante, del amor, de la pasión, del sexo y de todo eso que ocurre entre dos. También escribí sobre la envidia, la soberbia, la ansiedad y la necesidad, ya no diré que gasté muchas e infinitas líneas sobre la naturaleza, sobre rocas y piedras, mares embravecidos o ríos caudalosos, también hablé de grillos y de hormigas, de perros falderos y de gatos maulladores.

¿Y quién dijo: Qué bonita poesía, me llegó, me aturdió, casi lloré con ella? Pues nadie.

Y por eso yo ya no escribo poesía, que se quede dentro de mi mente, en mi boca, en mis manos, aunque me convierta en un loco desahuciado, sucio y flaco, que vaya por la calle diciendo despacito los poemas que no he escrito, para los que pasen digan: Mira. De seguro va recordando sus amores, porque a veces se pone triste y hasta una lágrima le escurre por la mejilla... Aunque de eso no estoy seguro, porque cuando murmura algunas palabras, en la pórtico de la esquina, lo he visto sonreír.

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