Mientras el mundo avanza... Yo duermo la mona

Mientras el mundo avanza, yo duermo la mona, y me importa madres si otros se despiertan decididos y firmes a conquistar el mundo, a comérselo en pedazos. Que no me molesten, porque yo me levanto de la cama hasta que el sol ha pasado de largo su cenit y hasta que me da un hambre de esas perras.

Entonces, en pijama, con la mayor displicencia voy a la cocina, abro el refri y me hago un sándwich de queso con jamón, mayonesa y un poco de chile, pongo el agua a hervir para hacerme un café del que no es café, pero que se le parece, y ya con toda calma, me siento en la mesa, hago a un lado la pila de papeles y de platos sucios de la noche anterior y me apresto a tomar mis sagrados alimentos, que aunque pocos, es lo único que encontré en el refri y en la alacena.

Cuando termine me iré a acostar otra hora para ver si se ahuyenta la flojera, después iré a mi lap para ver que dice el face de no importa quien y para ilustrarme con cincuenta tik toks de ciencia o de lo que sea. Cuando me harte, me daré un baño de agua calientita, no me meteré en la tina, porque sigue sucia, y si me va bien, con mi melena suelta y con ropa más o menos limpia (la misma que me puse ayer, unos bermudas cafés y una camisa suelta verde pasto con bolsas en el pecho, y mis bien amadas chanclas de suela de llanta), daré un paseo por el parque con un libro en la mano, para que todos vean que soy un intelectual. Si me canso, pues me siento en una banca a observar a la gente que pasa, para eso llevaré mis lentes oscuros para husmear sin que se den cuenta los demás, para aprender del comportamiento, de cómo la gente pierde el tiempo, o cómo se afana en tareas vanas, que yo no tengo prisa, porque desde hace años entendí cómo se mueve el universo, y si otros se aceleran, yo, yo duermo la mona, mientras el mundo avanza.

 

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