Un primer diálogo


Un primer dialogo


Amigo del escritor.
¡Pero Cabrón! Por qué chingados te empeñas en seguir escribiendo. Si nadie te lee. Si a nadie le importa un carajo lo que escribes. Qué no sabes que escribir es un arte para semidioses. ¿O acaso tú crees que Camus, Sartre, Dostoyevski o Dostoevski, como sea, eran simples mortales? Ni madres. Fueron paridos por vírgenes fecundadas por ángeles escribanos. ¿Y tú pretendes igualarte a ellos? Me causas hilaridad y me das lastima.
¿Crees que puedes poner palabras unas tras otras como Borges, como Proust, como Yourcenar; ya de menos como Murakami o como Kazuo Ishiguro? Pues, no. No.
Iluso, sigue tratando a sabiendas que ese arte te está vedado, porque escribir tiene que tener una dimensión tal que haga que el lector olvide cómo llegó a meterse a esa historia y a qué hora comenzó con la primera página. ¿O acaso tú crees que a pesar de todo el empeño y enjundia que le pone Murakami a sus libros, algún día le van a dar el Nobel? ¡No! Ve, esta vez se lo dieron a dos completos desconocidos que ni en sueños venderán ilusiones y fabulas como lo hace el autor japonés más querido. A ver, demuéstrame con unas cuantas letras que tú también fuiste parido por una virgen.
Escritor.
—Amigo... ¡Ya déjame de estarme llamando incompetente, retrasado y tullido mental! Pues ninguno de los que dices fueron engendrados por ángeles. Ni Borges, ni Camus, ni Proust fueron especiales. Fueron tan mortales como todos y sintieron como todos. ¿O es que tú crees que los desmadres que ahora vivimos nos hacen insensibles? No. Todos sentimos, todos sufrimos. Los pobres, los ricos, los amados, los despechados, los amargados, los felices. ¿A poco crees que el asesino primerizo no siente remordimientos que le hacen retorcerse en la cama a las tres de la mañana y que con esas vivencias bien pudiera escribir un libro? Igual le pasa al violador, al narco despiadado y al político corrupto. Al igual que ellos, los escritores sólo son seres desafortunados. Es más, los que enlistas fueron más depresivos y despiadados que los asesinos seriales de hoy en día, sólo que esa frustración la plasmaron en letras, y en lugar de matar, prefirieron hacernos sufrir; nos hicieron amar y desear como perros rabiosos en celo, nos transformaron en soldados desalmados que mutilan y hieren, en solitarios depresivos, en borrachos perdidos y sin remedio, en locos y maniáticos compulsivos. Y tú que los comparas con ángeles, cuando en realidad fueron demonios.
Mira, ya te dije que yo soy tan escritor como el mejor de los mejores y te lo demuestro. Te voy a leer unos párrafos de unos libros que tengo casi terminados y si no te hago sentir que abandonas este mundo y este día, si sientes que ellos no te transportan al pasado de mil años antes o a un futuro que todavía no existe, que ni te imaginas; o si no te hacen sentir un deseo incontrolable como si te hubieras tomado una pastilla de yumbina, o si no te hacen sentir una soledad depredadora, de esas que se sienten cuanto te abandona tu mujer y se va con otro con mejores prestaciones que sabe mucho más que tú como emplearlas; o cuando el marido se escapa con quien sea porque se le da la re- #%&//* gana; me reclamas. Cierra por favor los ojos y escucha con atención.

Mónica... Nada más te veo, y te deseo; y tu blusa y tu falda se vuelven agua, agua pura y transparente... Te imagino desvestida, y luego entonces yo igual. Tú con dos puntos suspensivos y la Y griega de tu cuerpo, mientras yo me congelo con un signo de suspenso. Tu forma de bailar, de arrepegar como anguila tu cuerpo al mío, me atrapa y desata mis sentidos; me hace querer borrar de mi pasado...
Y qué tal este…

Hijo de...  Te voy a mandar al infierno de una vez por todas. Te haré sufrir hasta que te arrepientas de haber nacido; pero antes de darte una estocada final, te pelaré en gajos como lo hacían en la segunda guerra. No tendré miramientos, como tú no los has tenido…
Va este otro…

El sapito Félix era feliz, feliz, feliz, en su estanque de postal. Cada día saltaba de una piedra a otra para atrapar mosquitos, y luego se zambullía en el agua haciendo burbujitas que al salir a la superficie hacían pop, pop, pop.

¡Ah! Y eso fue sólo una probadita... Pues que no sabías que el escritor es un loco que se controla y se desata a sí mismo y que vive en ese manicomio que es el altor de hojas rayoneadas que algún día se convertirán en un libro. A mí, ahí déjame, tratando de escribir algo perfecto...

                                 ɞɞɞɞ …. ∞∞∞∞…. ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ…. ∞∞∞∞ …. ɞɞɞɞ

El fin de semana mi buen amigo Domingo me escribe:
                     Saludos mi querido Paco, sí te leo, aunque no en el momento.
¡Ajá! Medito, ya verá Domingo cómo me defiendo yo con las palabras, cómo con ellas puedo zangolotear a esos que no me leen, a los que no me leen a tiempo; y más aún a esos que ni por error toman un libro. Ya verán cómo, con esos instrumentos yo puedo arrancar enojos, pasiones y deseos.
Aunque en realidad —ya en la calma—, me doy cuenta que escribir es un arte para el que no importan los tiempos y tampoco si hay pocos lectores o no los hay. Lo que importa es si uno escribe bien o no; si se es bueno o no se es. Si no se es, sólo queda agazaparse en los libros de los que sí lo son, y luego tomar la pluma, el papel, armarse de paciencia y humildad y creerse un escritor excelente; como cuando éramos parvulitos y para cumplir con la tarea en casa hacíamos sin chistar y hasta con agrado, planas y planas de olitas y rueditas, hasta que nos salían bonitas.
Por antepenúltimo, si hay alguien a quien le sirvan estas “Palabras de Amor y de Esperanza”, por favor compártanlas. Ojalá les hagan ver un mundo diferente.
Sin ningún poema nuevo, van algunos en los que todos me gustan. Los escribió un tal José F. Viveros, un romántico depravado que no soy yo, porque yo soy simplemente Paco.

De    Contigo Poemas 2013-2016


          CONTIGO

Anteanoche soñé contigo
y a punto de decírtelo
la vanidad le puso trabas
a la línea del teléfono
Te soñé riendo
Cantando esa melodía
que se parece tanto
a un himno de Templo

Te soñé
con tu vestido rojo
de ondas rebeldes
ceñidas a tu cintura
que tu andar meneaba
como compas de vals
de cuatro tiempos

Te soñé extrañándome
como se extraña estrenar
zapatos de charol nuevos
o la caricia de un perro

Te soñé a la distancia
Como si no hubiera día
que de ti…

No me acuerdo


ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ


RASGAR DE CUERDAS

Como por las piedras
te voy descubriendo.
Bosque, arroyo, río,
canto de pájaros
y rasgar de cuerdas.
Eras.

Después, poco a poco.
En música suave,
en balada tierna,
en café humeante,
te fuiste volviendo.

Como andar pausado,
como canto de sirenas,
te me fuiste metiendo,
hasta que ya no pude
sacarte.

Debería llamarme
como tu nombre,
aunque tú no usaras el mío.

Me posees,
pero hay algo más que eso.
Yo soy Tú,
en el sabor de tus labios…

Y en mis recuerdos


ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ



       HOY

Hoy cuando recorrí,
las yemas de mis dedos
suaves, lentas, por el tirante ese,
que debajo de tu blusa
cruzaba tu hombro,
supe con su roce.
Que era fino.

Tú sólo replicaste.
Lo fino... Cuesta caro.
Y no pude estar más de acuerdo.

Me imaginé entonces
cooperando para la adquisición
minuciosa de ese par de prendas.

Una que contendría
Dos volúmenes deliciosos y perfectos.
La otra, diminuta, para demarcar la frontera
Entre la Gloria y el Infierno.

Así, me dije: Yo coopero.
Pero sólo exijo, como recompensa
Que sea yo…

El que las ponga.


ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ



AGUANTO TODO

Aguanto todo
menos tu indiferencia
cuando altiva pasas
por la acera opuesta,
cuando detrás de ti
una estela de perfume queda
y tus recuerdos tras ella.

Aguanto todo
menos tu desprecio
al ignorarme cuando te nombro
cuando marco tu teléfono
y me convierto en un donnadie
sin dirección y sin nombre.

¿A poco ya se te olvidó
que dijiste que me amabas
un diecisiete de diciembre?
¿O acaso ya no recuerdas
las visitas a las siete casas?
Que en realidad fueron
hoteles de paso,
de los que en un mapa tachaste
los que nos faltaban
de la avenida Tlalpan.

Y luego
tus cumpleaños
Dos o tres, claro
Pero bien celebrados
Con pastel, velas,
y deseos satisfechos.
Con risas, lágrimas y
cerveza helada.

Dijiste que me amarías
Toda la vida y siempre
Aunque para mí fuera lo mismo.

Ya veo que no es cierto.

Me dolió tu partida
Que fue de Madre, por cierto.
Me dolió tanto que pensé
en el suicidio. Luego pasó.
Está bien. Me dije. La acepto.
La prueba es que no
me he muerto.

Aguanto todo...
Pero lo no que no soporto.
Lo que no tolero.

Es tu maldito…

Desprecio.



     VERACRUZANA

Hay veces en que tu risa
se confunde con la arena,
con el romper de las olas
en el malecón de mi vida.

¿De dónde eres? ¿quién te trajo?
¿Cómo fue que llegaste a mi puerto
para apretar amarras?

Mujer de pelo ensortijado,
de lenguaje rápido y florido.
Quiero perderme en la marea de tus vaivenes
y naufragar suavemente entre tus brazos,
como barca perdida, como tronco a la deriva,
sin decir basta, sin decir ya no puedo...
Aunque sepa que me muero.






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