Jugar a engañar al mundo
Jugar a engañar al mundo,
inventándose historias fabulosas de uno mismo. Hacer de la hipocresía el arma de
todos los días y usar la máscara adecuada para el tiempo y el lugar adecuado.
Verse en el espejo antes de salir de casa y decirse a uno mismo en voz alta:
“Soy un chingón. Lo sé todo, todo lo adivino”. Vestirse con el outfit adecuado
para ese día. Si es una reunión de negocios, verte “Classy”, escoger el
super traje, la camisa de Ermenegildo Zegna, la corbata de Gucci, los zapatos Edward
Green, el Mercedes-Maybach; si es fin de semana y se va a una reunión con los
amigos, la ropa sport, los super tenis impecables, las gafas oscuras, el suéter
a cuadros, no puesto, sólo acomodado en los hombros, para llegar al club de
golf en el otro Mercedes, el Roadster con palanca al piso.
Fingir cada momento, cada gesto,
cada ademán, cada movimiento; hacer de la conversación un don, como si supieras
de todo; saber reír, cuánto, cómo y dónde; y aprender a ser solidario fingido y
convincente de las penas de los otros. Prepararse antes de cualquier reunión,
de cualquier viaje de trabajo, no con los detalles, sí con las generalidades
del tema que toque, para tener la pregunta oportuna, el comentario acertado, el
cuestionamiento o la crítica correcta, para que los demás los alaben y los
aplaudan –que al fin y al cabo, están tratando de
venderte algo, ¿no?–. Ser todo un “Fake”, un camaleón, un verdadero
Guasón encubierto, porque no importan los medios ni los recursos con tal de
asegurarse una vida agradable, para ti, para los tuyos y para quienes te
rodean; así como una buena posición en el gobierno, como consultor, como
proveedor de ellos, o como ejecutivo de una empresa en ascenso.
Escoger un tema deportivo en el cual
volverse un especialista fregón. Algo fino. Ya sea tu afición por los Vikingos
o los Ravens del americano, e invertirle tiempo y recursos para estar informado
al día, de cuándo inició la temporada, de cuándo termina, quiénes juegan el fin
de semana, cuándo es el Super Bowl, y apostarle fuerte a tu equipo,
aunque no gane; comprar la playera, la gorra, el balón ovalado. Como segunda
alternativa, por si la conversación cambia de giro, estudiar el soccer y el
baloncesto; para que siempre estés bien cubierto, para abarcar todos los
ángulos... Y en esos desplantes de sabelotodo, brillar como artista en
pasarela, para cerrar tus acertados comentarios con una sonora y oportuna
carcajada.
Aprender el inglés como un segundo
idioma, aunque cueste, aunque tu gramática y tu pronunciación diste de ser
perfecta, con que medio entiendas y con que sea fluido, no importa que cometas
errores garrafales, si hablas, ríes y te desenvuelves con naturalidad y estilo.
Aprenderse unas cuantas palabras en otros idiomas de los países que hayas ido,
porque esa grave responsabilidad, alguien tuvo y tiene que asumirla. Saber pronunciar
bien Vis-a-vis, Peut être, Maybe, Buon giorno, Arigatou;
como si los hubieras realmente vivido, para demostrar que estuviste ahí, que
tienes mundo.
Mostrarte dispuesto y presto a ir a
esa reunión en el extranjero, aunque del tema no sepas nada, que una reunión
con tus subalternos que sí saben, con los cuates especialistas... ¡Ah! Y una
buena noche de desvelo leyendo Power Points, basta; para declararte listo y
superexperto en ese tópico complicado, para ir a defender allende las fronteras
los colores nacionales.
Ser todo un gourmet y presumir de
ello... ¡Claro! De manera natural y espontanea. Escoger los platillos más caros
y más extravagantes –sobre todo si tú no eres el que
paga–, degustar de los mejores vinos y entender las complejidades entre un
Cabernet Sauvignon, un Zinfaldel, un Pinot Noir, de un Tempranillo. No olvidar
hacer gala de expertise, de sapiencia de las bebidas de tu propia tierra;
hablar de las clases de tequila y de mezcal como si hubieras sido un jimador
nato en tu adolescencia tardía.
Pagar con cuerpo –porque nada en la
vida es gratis–, y si cambiaste de talla una y otra vez, no preocuparte, porque
eso no es más que un signo inequívoco de éxito y de victoria; y, además, con
todos esos pendientes y con infinitas reuniones de trabajo y de viajes... ¿Quién tiene tiempo para ir a perderlo en un
gimnasio?
Acaparar todas las reuniones
posibles e inventarte otras, no dejar que los demás brillen ni destaquen,
acallarlos con ligeros comentarios o alzando la voz si es necesario, o en el
peor caso, con una forzada plática a puerta cerrada, para que les quede claro
quién es el Jefe y quien es el que manda y el que sabe.
Estar a entera disposición de los
que están arriba, no hacerlos esperar, ser solícito, que si piden agua, tenerla
de antemano lista, que si el reporte de fin de año, también. Acompañarlos a las
reuniones, a los viajes, a las comidas, a las cenas donde lo importante se
discute, y donde también se arreglan algunos asuntillos por debajo de la mesa;
pero hacerlo bien, limpiamente y sin que quede huella, que para eso te aprendiste
todos esos recovecos de la ley de adquisiciones y cómo disculpar penalidades.
No olvidar que todo cuesta y que los esfuerzos personales deben ser
recompensados; y que, si todo sale bien y hay beneficios para ti y para todos
los de arriba, de seguro te considerarán para puestos muy por encima del que
ahora tienes.
Y por si alguien creía que tener
éxito es cosa de suerte y algo fácil... Está muy, muy equivocado. Tener éxito,
destacar en sociedad, exige, y cuesta; y no siempre todo es agradable, a veces
se tienen que soportar desplantes y hasta humillaciones, porque este Código de
Éxito, del que sólo he enunciado unas cuantas reglas; todos, los que estamos en
el camino de las posiciones encumbradas, lo conocen; si no de forma puntual, sí
de ética; de la ética que rige a quienes llegaremos muy alto.
…. ∞∞∞∞…. ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ…. ∞∞∞∞
Abrir con el control remoto el
zaguán principal de la casa, meter el Mercedes al garage y sonreír al terminar
un día exitoso y atareado. Deshacerse de esa ropa que se impregnó de “Status”.
Meterse a la tina de agua caliente con sales para sentir que has recuperado
otra vez el Yo. Dejar que esos aromas te penetren en la piel para saberte
modesto y sencillo como eras antes, antes de iniciar esta carrera ascendente
para ser Alguien.
Darte cuenta al salir de la tina que
ya no eres el mismo. Ya eres otro. Algo te ha cambiado.
…. ∞∞∞∞…. ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ…. ∞∞∞∞….
Nunca antes noté que el poema que
incluyo abajo, “Vendré”, a pesar de que lo redacté hace algunos años
para alguien especial, también aplica a esos retornos llenos de nostalgia, como
el regresar a nuestra escuela primaria, a nuestra vieja casa; porque también
con los lugares se platica y se les ama, porque tienen alma; ellos también nos
extrañan y, de una u otra manera, nos han marcado.
El de “Vagón Para Fumadores”
lo escribí después de leer un libro de poemas de Zoé Valdés, del mismo título. Recomiendo
leer a Zoe –mi alma gemela cubana–, para aquellos que no le tienen miedo a las
palabras directas que surgen de una intimidad candente.
El poema último “Al Fin de
Cuentas”, surgió hace tres días por un dialogo nocturno con alguien que
encontré, de nuevo.
De Contigo Poemas 2013-2016
Vendré
Vendré a oírte cada
día
Y cada día será igual
Vendré a llenarte de
imágenes
Imaginándote que eres
mía
Sin que tú guardes la
más
mínima sospecha
Vendré descalzo, sin calcetines
para entablar un
diálogo
con tus pies desnudos
Vendré a decirte un:
¿Cómo estás? Mudo
Sin esperar un:
Yo bien... Y tú. ¿Qué has hecho?
Sin palabras
Vendré a oír tu voz
que canta sin que
nadie la oiga
que cuenta historias
tristes
sin que nadie la escuche
Vendré para decirte: Hola.
¿Qué tal?
Vendré para decirte...
Adiós
Melancolía
Cuando la puerta
se cierra detrás de ti
y tú ya te has ido
Cuando la melancolía
entra cuando tú sales
ignorando cuanto
ya te extrañan
Pero ya no estás ahí
Ni tu ropa, ni tu
cuerpo
ni siquiera tus
sandalias
Sólo tu aroma queda
por algunos días
Ése que se encarga
de dar la estocada
final
A la ausencia
que has dejado
en la silla, en el
sofá
Y en la cama
Sígueme
Porque me diste
“Sígueme”
Mesclado en el café
de la mañana
en el guiso de la
tarde
en el chocolate
por la noche
También lo untaste
en tus labios
en la punta de tus
senos
y en tu sexo
Y me volví adicto
Sin esperanza
y sin remedio
Te necesité
como al oxígeno
como al agua
Me acostumbré
a tus olores y a tu
aroma
A lo suave y a lo
áspero
de tu cuerpo
Como ganso
que bebe agua
Como perro faldero
me vi
Y en ti vivía
Encantado, hechizado
Por tus gestos
por tus movimientos
y por tus pausas
Hasta que
desapareciste un día
y en mí se instaló
para siempre
La nostalgia
Francés
La sombra de tu cuerpo
se quedó pegada en mi recuerdo
Porque la oscuridad
no fue nuestro estilo
Como tampoco fueron
las ventanas cerradas
ni las cortinas corridas
Al fresco, dijiste
una tarde de primavera
Y yo creí que iríamos
a tomar un helado
Entonces tu Francés
Se mescló con mi
Castellano
Y fuimos felices
De ahí
En adelante
Compañero Fiel
El silencio que
dejaron
Regado tus no-pasos
Tus no-besos, tus
no-sexo
Tus no-no
El silencio que viene
y entra
Que invade, que
percude
Que infecta
El silencio que sólo
permite
El no-silencio de mi
pulso,
de mis pestañas, de mi
aorta
El mismo que he venido
cargando
Arrastrando desde que
era niño
El que me ha acompañado
en mis viajes
El que ha envejecido conmigo
con su andar lento
con su andar despacio
con su andar pausado
El mismo que estará
conmigo
cuando ya mis párpados
ni mis venas hagan
ruido
Entonces
Él se irá triste
a recorrer
Los mismos
Viejos caminos
Vagón Para Fumadores
Vagón para fumadores
y también para desahuciados
Vagón de cuarta
Maloliente a desgracia
A orín, y a humo de puro y tabaco
Vagón que viaja en viaje infinito
en dos líneas que se aman
pero que a la vez se detestan
Vagón para un corazón roto
Vagón para un corazón
Partido
…. ɷɷɷɷ …. ϰϰϰϰ …. ɷɷɷɷ….
Al fin de Cuentas...
Al fin de cuentas
Sólo somos tú y yo
Los que caminamos por la vida
Yo a un lado tuyo
Tú al lado mío
Y todo pasa y todo sigue
A ambos lados de la vereda
De las interminables vías del tren
De la aburrida carretera.
Pero ahí seguimos, tú y yo
Yo al lado tuyo
Y tú a mi lado.
Como si no nos diéramos cuenta
Que el mundo en los bordes se colapsa,
Que los demás, uno a uno, desaparecen
Que las estaciones se suceden
Y que el tiempo pasa.
Tú al lado mío
Y yo a tu lado.
José
F. Viveros. 24 de enero de 2020
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