El corazón de cada uno


Profundos y sorpresivos son los misterios que guarda el corazón de cada uno. El corazón, “Il cuore”, es una cajita chiquita donde caben todos los recuerdos, todas las angustias, todos los pesares y todas las añoranzas; al igual que las alegrías, los gozos y los deseos del pasado; y donde también se encuentran resguardadas todas las esperanzas y todos los presagios y prejuicios que nos depara el futuro.
Los del pasado, como los chavos dicen: “Ya fueron”. Buenos, malos, o regulares; y ya nada puede hacerse para cambiarlos, si al caso uno puede tratar de olvidarlos. Son anclas y lazos que nos impiden ir a surcar nuevos mares o a volar otros cielos. Son pesados y cortos y nos limitan en nuestro actuar de cada día. Son los “Peros”, los “No puedo”, los “No me creo capaz”, los “Estoy muy chava”, los “No estoy preparado”, los “Estoy demasiado viejo para eso”, o los “Me falta experiencia”.
Por desfortuna, sus amarres nos atan a un puerto estrecho en una bahía en la que a pocas millas se encuentra el mar abierto, o a un incipiente aeródromo a ras del monte cubierto de nubes oscuras, sin que nos demos cuenta que un poquito más allá está un cielo azul y cristalino.
¡Ah¡ Pero por fortuna, esos amarres, esas sogas no existen, más que dentro de nuestra cabeza. Cierto, nos limitan cuando por nuestro actuar del pasado no contamos con las mejores herramientas, pero pueden ser superables; no de un solo golpe, sino con la constancia, el empeño y hasta con la necedad por querer cambiarlas.
En el bote del futuro también están los buenos deseos, la voluntad empecinada, los sueños y la esperanza por querer ser mejores o diferentes, por dejar de ser un poquito de lo que ahora somos.
Así me lo propuse yo, no ahora, hace ya mucho tiempo; y esa decisión me volvió singular, por decir un adjetivo; como si en lugar de ojos tuviera escáners de sonrisas, de tristezas, de alegrías; y si en lugar de piel tuviera una esponja que percibe el más mínimo sentimiento, la más ínfima angustia, el gozo más tenue.
Y ahora heme aquí, escribiendo; comprometido a encontrarme conmigo mismo cada noche, cada dos o tres días o cada semana frente a mi mesa; con pluma, lápiz o teclado, para capturar ideas coherentes o locas, pero con sentido; antes de que la imaginación se me descontrole y se me desborde; y antes de que lleguen las incoherencias, esas que todos tenemos.
Y como no puedo asegurar que lo que escribo, necesariamente será de interés para otros, algunas veces me guardaré en el baúl de los recuerdos, uno que otro texto. Por suerte, decenas de años de escribir poemas, me permitirán siempre ir a esa cajita de buenas memorias para extraer unos cuantos y compartirlos, porque la poesía es tan necesaria como lo es la sopa del día; que, si no la hay, algo nos hace falta.

Con ese recurso, hoy fui a revisar los minipoemas que nacieron porque existe Acción Poética y me traje los últimos. Aunque son cortos, a mí me dejaron embelesado mirando las estrellas por allá en Bacalar, y lo mismo me pasó en Tulum, en Mérida. Vayan por allá... Pero llévense a alguien que tenga una sombra que acompañe a la de ustedes.

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Estuvimos a nada de serlo todo

Estuvimos a nada, de serlo todo.
Y a todo, de ser nada.
Pero nos quedamos callados
cuando había que decirlo todo.
Y dijimos todo,
cuando teníamos que decir nada.

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Tu silencio me hace trizas

Tu silencio hace trizas
Los argumentos que pienso

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Un pequeño lugar para grandes recuerdos

Tu sexo. Un pequeño lugar para grandes recuerdos.

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Apresúrate despacio

Apresúrate despacio
Porque tengo prisa
Apresúrate en la calma
Que impaciente estoy
Sin que te lo diga

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Te quiero no por quién eres sino por quien soy cuando estoy contigo

Te quiero por quién eres
Y por quien soy yo, cuando estoy contigo
Te quiero por quien no eres
cuando no estás conmigo
Y por quien soy yo
Cuando tú no estás, conmigo.

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¿Y si te beso salgo ileso?

Y si hacemos el amor,
suavecito, poco a poco y sin que duela.
¿Saldré ileso?

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Termina última parte de Poemas Copiados

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