La mujer de negro
La mujer de negro –de
pants negro opaco con una sudadera obscura con gorra, con letras de Hollister
bordadas en un neón violeta–, viene por las noches a mi casa; tiene el pelo
negro, de un negro profundo, le llega a la cintura; es alta y tiene una cara
sombría, unas ojeras hondas le dan un aspecto que inspira un poco de miedo. Es
muy seria y nunca habla, viene y se sienta por horas en mi sala. No es hermosa,
pero es bella, de una belleza misteriosa, misteriosa como ella. Le ha agarrado
gusto a mi sofá color hueso y a mi cojín azul a cuadros. Se recuesta en él y aprieta
el cojín; no fuerte, suave, como si fuera un perro delicado. No me cuenta su
vida, ni yo le digo detalles de la mía. Me limito a verla sentada o recostada
un poco hacia la izquierda, aunque de vez en vez se para y va a la cocina a
tomar agua.
De seguro alguna vez
en una página del internet encontró mis letras y se enamoró de ellas. Lo
deduzco porque la segunda noche, en su celular se puso a leer uno de mis correos
más tristes; y en otras, la he visto leer unos más alegres, hasta me ha
parecido que sonríe.
Creo que vino a
hacerme compañía mientras yo escribo, a decir con su presencia: “Aquí estoy. Yo
soy la musa que imaginaste, la que esperabas”.
Ya no le tengo miedo,
ya no me estorba; mientras escribo, de vez en vez digo mi último poema en voz
alta para que ella lo oiga, o repito una frase que, aunque simple o infantil, a
mí me ha parecido maravillosa, como ésta: “Yo te amo aire. Te amo cada
instante, cada segundo. Te amo cuando corro, cuando brinco... Te amo, aunque
esté dormido”.
Ella desde el sofá me
escucha y cuando le agrada lo que leo, una mínima ráfaga de viento mueve ligeramente
su pelo.
Cuando el cansancio
está por vencerme frente de mi computadora, dormito y despierto de pronto en
sobresaltos que se van espaciando, hasta que en uno de ellos alcanzo a
vislumbrar que se levanta, se dirige a la puerta; me mira, y desaparece a
través de ella.
Mujer de Todo Negro
Mujer de todonegro,
con palabras escondidas,
con convencimientos largos,
quisiera decir te llevo,
pero en realidad me jalas.
En el momento que quieres
dominas la escena,
sacas cartas y dados,
y los tiras a la mesa.
Mujer de todonegro
vamos apostando soledades
y perdiendo rápidamente prendas.
A ver quién tiene más vacío,
en este juego de azar,
de todos con gusto ponen.
Mujer de todonegro,
vamos apostando soledades
hasta que el hastío
tire el “Toma-Todo”
Y los dos salgamos,
perdiendo.
Mujer de todonegro.
Quisiera decir te llevo.
Pero en realidad,
me jalas.
Little And Angry Blue Lady
Para una chiquilla triste
yo tengo un poema
y un pensamiento.
El poema lo escribo en el cielo,
el pensamiento en la arena.
Cierro sus ojos con un beso
y le pido que olvide,
porque perdonar no puede.
Para una dama furiosa
yo tengo una canción y un verso.
La canción la canto de lejos,
el verso lo digo despacio,
y espero que la mar se calme,
porque más no puedo.
Para una muchacha sola
yo tengo una historia y un cuento,
una historia de fiestas de quinceaños
y un cuento de princesas encantadas.
Y se los voy contando uno a uno
El poema, el pensamiento,
la canción, el verso,
la historia y el cuento,
para que olvide,
para que creerme pueda.
Porque perdonar no puede.
Un Poeta
Un poeta
te lo puedes encontrar
en cualquier parte.
Tirado junto a un bote de basura.
Amarrado a un tubo del tranvía.
Caminando solitario por el parque
(a las tres de la mañana).
Perdido en la plaza más concurrida.
Leyendo en un café poco afamado.
Creyendo que la tierra aún es cuadrada
Gozando del minuto en ese instante.
Correteando a una mosca inalcanzable.
Volando por las nubes sin destino.
Corriendo como loco sin sentido.
Y a pesar de todo.
Pasar desapercibido.
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