Si quieres convertirte en escritor...

¡Psst, psst, hey...! Si quieres convertirte en un escritor como yo, que aunque soy bueno, aún estoy en espera de que me llegue la gloria y la fama...

Ven, acércate y te diré mi secreto.

Es muy fácil.

Cuando viajo en los camiones, en el metro, en los peseros, me quedo quietecito y observo; observo a todos y a cada uno. Me detengo en esos personajes Sui géneris que algo tienen de especial o de extraño, o como se diría en inglés, de “Weird”, que no sé bien qué significa, pero me parece que es algo así, como decir que tienen un tornillo un poco torcido.

Por su mirada, por sus gestos trato de adivinar qué es. Quizás una nostalgia que se les quedó clavada muy hondo de chiquitos, o un éxito sonado en la adolescencia que los transformó en alegres sin medida y sin recato, o una decepción de esas que tiene uno a los once años cuando la más linda de Quinto se va con un tonto que le carga los libros.

¡Ah! También cuando camino miro de reojo a los transeúntes y crítico... ¿Por qué ella se puso esa falda roja que no le queda?, o él esa camisa vaquera, como de Woody.

A veces en esos paseos de mirón alcanzo a ver a unos cuantos que son unos verdaderos santos. Lo sé porque traen un áurea como un aro brillante, pero de un brillo bajito, que muy pocos, pero muy pocos detectan. Los descubro porque igual que el Santo de Asís cuidan hasta las piedras que pisan, y dicen sin palabras: Hermano Gusano, Hermana Hormiga, y se van caminando con calma, con una sonrisa como si estuvieran idos.

Lo malo de esta técnica para capturar historias verídicas –que con tanto esfuerzo he depurado con los años–, es que a veces me topo con desalmados que irradian fuego por los poros, que tienen en lugar de áurea una nube de polvo negro que los envuelve y que irrumpe en todo. Cuando desde lejos los detecto, me detengo; luego me cambio discretamente de banqueta, me regreso, y cuando me son inevitables, corro.

Desafortunadamente en los últimos años, estos seres malignos se han multiplicado; pero yo para protegerme, mantengo cerca de mi pecho, una figurita del Dios al que yo adoro, que ha probado ser muy buena.

Y todo lo extraordinario que observo, lo apunto en una libretita que guardo en la bolsa derecha de mi nacha de mi pantalón de pana. Ahí registro los detalles, esos que a nadie le importan y que a un ojo no entrenado le podrían pasar desapercibidos por lo simples; como el momento en que una chuparrosa se detiene en una flor de bugambilia, como si estuviera pendiendo de un hilito de media, o el instante en que el aire levanta una bolsa de plástico y luego gira y gira en el cielo y se levanta, como si un malabarista invisible le estuviera soplando.

Cuando llego a mi casa, cierro la puerta, me meto en mi cuarto y me pongo a escribir en la página electrónica como si fuera un ladrón que después de una tarde noche de arduo y riesgoso trabajo, saca sus carteras y se pone a contar billetes y monedas con brillos en los ojos.

No sé si todo lo que escribo algún día me sirva para hilar la trama de un buen libro, de una novela (que es a lo que aspiro); o si sólo me será útil –como hasta ahora–, para redactar historias cortas; pero que a mí, me agradan y me hacen sentido.

Si quieres ser un escritor, uno bueno... Ven, siéntate a mi lado. Yo te explicaré los miles de detalles de este oficio. Pero ten paciencia, porque es una tarea sin paga; pero eso sí, con increíbles satisfacciones.

 

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Un Écrivain

Un escritor

no debiera dar la cara

porque el que escribe

no es ese imbécil

que sonríe que presume

y que dice pendejadas.

 

El escritor

debiera quedarse en casa

sentado solito y solitario

frente a un escritorio

que dé a una ventana

que dé a una montaña

a un mar

o a una pared de nadie

donde esté escrita

su propia vida

y también la mía.

 

Para esperar

Esperar

hasta que llegue

el escrito ese

que él atrapa

pule, trabaja, lima

cose, muele

Hasta que queda listo

para su deleite

y el mío.

 

Pero salir

 

No. Por Dios

Que no lo haga

 

 

            Simpleza

Al final

¿Qué esperabas que pasara, Cariño?

Pues uno se enamora de la persona

Con la que se acuesta.

 

Con él, con ella

Se pasan horas

en completa calma.

O se salvan tormentas

y se navegan ríos embravecidos

Que si no te matan,

Te calman.

 

Así que...

No hay porqué reclamar calor

Donde hace tiempo hay cenizas.

Carbones que otros fuegos han avivado

Sin querer o sin querer

queriendo.

 

De modo que el amor

Tiene más lógica

que matemática.

 

Santo que no se ve

No se le adora.

Pero tampoco...

 

Se le reclama.

 

 

Realidad Wireless 5G

Destellos de luz

y oscuridad

que nadie entiende

Un abismo como boca de león

que tienta

y que te traga

 

La paz y la felicidad

es un estado utópico

una historia fantástica

un cuento de Hadas

 

La realidad

es mucho más dura

más triste

y mucho más fría

 

Explota el mundo

Se desgasta

Se acaba

 

Babel se ha

reinstalado

con toda su fuerza

y sin Dios

En rascacielos

que han crecido

como hongos

por todos lados

 

Ya no hay donde

las ondas no te alcancen

donde no te penetren

 

Donde no te

Pudran

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