Yo no creo...
Sé
que después de leer este texto muchos no me leerán nunca más...
Pero
para serles sincero, tengo que decirles que yo no creo en Mahoma, tampoco en
Alá, o en Buda, ni en Yahveh. Mucho menos en esos líderes espirituales que un
día aparecen y al otro ya no están. Y no creo en un Dios con nombre, porque
hace tiempo entendí que el cielo, el del día y el de la noche, es grande, tan
grande que no tiene fin.
Ese
infinito alberga a millones de galaxias donde hay miles de millones de soles
como el que nos alumbra, y esos soles tienen planetas como éste en el que
vivimos; y luego pues, un dios terrestre no le queda a la medida al universo. Y
si hubiera un solo Dios para todo el universo, entonces sería un Dios igual o
más grande que el mismo universo, sin límite de espacio ni de tiempo; y no
podría haber dos o tres, y si los hubiera, entonces tendría que haber miles de
millones, como galaxias, como soles o como planetas hay. Y pues, si hay sólo
uno, ese Dios no se ocuparía de resolver mis problemas, de oír mis cuitas o
darse cuenta de mis pequeñas alegrías... Así que él no necesita de mí y yo no
necesito de él.
Pero
si en esa pequeñez ínfima que yo soy, y que somos todos los que vivimos en este
diminuto planeta, de haber un Dios único para este mundo, tendría que ser el
mismo para los del norte como para los del sur, para los que viven en islas
como para los que viven en continentes, para los que tienen otro color de piel
y los que hablan los idiomas o las lenguas que yo no sé. Sería el mismo para el
hoy y para el mañana, el de los próximos cien, mil o cinco mil años, y el mismo
para que ha sido y que fue para quienes habitaban este mundo hace un millón de
años. Y si hoy hay dos o tres, cinco o diez. Entonces... Uno es el válido, y
los demás... Pues, salen sobrando.
¡Ah!
Pero sería difícil saber cuál es el bueno, cuál el verdadero, cuál el correcto.
Y aquí no se valdría descartar al Dios que no es el de uno, el de su
agrupación, fe, creencia, secta o religión; que los demás tienen el mismo
derecho a elegir su propio Dios. Y luego entonces, ese Dios para este mundo, no
sería el Dios que hizo el universo... Porque el universo es simplemente todo.
Así
que, por mi parte, yo no le doy más valor a esos dioses, o a sus emisarios, que
el de seres rectos llenos de bondad, cuyas enseñanzas les sirven a quienes en
ellos creen para tener tranquilidad, para aventar el ancla en sus problemas, para
guiarlos en sus penas y en la oscuridad, para que sigan sus códigos de lo que
ellos entienden de ética o de buena moral, para darles alegría, para darles fe
y felicidad.
Y si
por la misma razón no asisto a esos recintos para escuchar sus enseñanzas, para
coincidir en sus alabanzas... Eso es parte de lo bonito que es la vida. Creer
en lo que uno quiere y elije, y aferrarse a su creencia en los momentos en que
la vida da sus giros, y nos encuentran las desgracias, la muerte, las
enfermedades o la mala suerte, que para los momentos alegres, felices, sólo
algunos se acuerdan de agradecer a su Dios, quien de seguro en algo contribuyó.
Y si
como consecuencia de este mensaje dejo de recibir esos textos, esas imágenes en
que alaban a su Dios, o en los que esperan mi adhesión; de favor les ruego
consideren que ustedes se habrán ahorrado un tiempo precioso, y yo una
distracción. Porque yo ya he elegido el propio. Es un Dios que no tiene nombre,
el que con preceptos universales ayuda a que gire bien el infinito y sus
planetas. Que me ayuda, sólo porque yo creo que ahí está. El que no me estorba.
Al que no le pido, y el que no me da.
Desiderata Bis
Vive atento entre el bullicio y la
brisa,
mas no prestes demasiado atención
a lo que repiten sin fin las noticias.
El mundo hoydía está lleno de
estafadores,
de personas sin moral y sin principios.
De poder, doblegarán y lastimarán tu
cuerpo,
afligirán y robarán tu alma.
Evádelos. Y si está a tu alcance,
acótalos e impide que hagan más daño.
No por ello pienses que todos son como
ellos.
Hay seres con luz y con una gran paz
interior
que irradian a quienes se hayan cerca.
Desata a tu corazón de credos y
religiones.
No le apuestes a dogmas. Libérate.
El nuevo Dios ya no tiene formas
ni exigencia de tributaciones.
No tenerlo también se vale.
Pero en algo cree. Al menos en ti mismo.
Tú eres una criatura del universo.
Tan insignificante o tan grande
como tu imaginación lo permita.
Respeta a los otros seres y a tu
entorno.
Tú con ellos, son uno solo,
un punto minúsculo en el universo.
No existe otro lugar adonde podamos ir.
No hay otro. Y aquí, los recursos son
finitos.
Esfuérzate por hacer tu entorno feliz.
Y eso puede significar que tan solo,
esté en calma.
No lo violentes, ni lo disturbes.
Mimetízate y desplázate por la vida
pensando que, a la vez, lo haces por el
universo.
Piensa que esta forma que hoy tienes es
temporal,
que en otros tiempos, otras tendrás.
Eres grande. Esfuérzate por ser feliz.
Ama a la piedra, al río,
al Sol, a la nube.
Encontrarás que será más fácil amar
a todo ser vivo, en especial al ser
humano.
Y que tiene sentido.
Sé congruente contigo mismo.
Tolera, enseña, guía a los otros.
No te sumas en el glamour, en el spleen,
en la superficialidad de la moda.
Sé limpio. Sé honesto. Sé justo.
No seas superfluo ni vano.
No te malgastes en nimiedades.
No pierdas el tiempo inútilmente.
Eres una criatura...
No sólo de este planeta.
Sino del universo. ¡Sí! Del Universo.
No pienses... ¿Cuándo terminará mi vida?
Indefectiblemente la muerte llega.
Sea por edad, sea por circunstancia.
Prepárate para dejarla.
Piensa que...
Quizás hay otra.
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