Le quattro stagionni. Vivaldi
Ese
Vivaldi en serio que era un tipo loco, además de un depravado y un poseído
sexual. Mira que supo atrapar muy bien el éxtasis y verdaderos orgasmos en sus Cuatro
Estaciones.
Si les
pones un poco de atención, te darás cuenta que esas piezas no son más que una
increíble orgía entre los ejecutantes, o entre quienes las escuchaban. Esos
solos de violín, de los chelos, del clavicordio, sin duda conducen al espasmo orgásmico,
dirigidos por quien ejecuta el primer violín.
Las Cuatro son
un verdadero acto sexual en donde después de la locura de los movimientos
desenfrenados, llega la calma de la Primavera. Como si después de un
primer clímax, vieras una imagen de pastores con borreguitos en una pradera
verde y tranquila, seguidos por un perro labrador que con ladridos suavecitos cuida
que el rebaño no se desperdigue por el riachuelo que cruza la cañada...
Pero
no te confíes, porque eso es sólo la fachada. Tras bambalinas hay verdaderas
orgías.
Y no
es que yo sea el depravado, el malpensado, el maniático sexual; pero en la Primavera
del Vivaldi, identifico un Allegro, como el coqueteo que antecede al mero
acto carnal; como para distraer, para disimular que ahí, ahí no, no se llegará.
Luego le sigue un largo e pianissimo sempre, para darle calma, para
atemperar la pasión. El tercero, el largo pastorale, es donde se siente
una calma a la que le sigue un acelere que no come ansias, que serían, según
yo, los segundos o terceros roces de piel.
A
esa Primavera, le sigue un Verano con su Allegro no molto en G
menor... ¿Ves? El que empieza pausado para seguir con un solo de violín y
de chelo que te deja boquiabierto.
Pero
ten cuidado. Prepárate porque acto seguido inicia una locura desenfrenada de
repeticiones que te marean y te hacen perder la cabeza. Y como a toda tormenta
le sigue la calma, te encuentras de pronto en un Adagio y Piano
que calmo te sorprende otra vez con un desenfreno acelerado y cardiaco que de
pronto te regresa a la tranquilidad, para terminar otra vez en un Presto en
G minor que te agarra desprevenido, como uno de esos arranques de locura en
que avientas el pelo y el cuerpo para atrás en desenfrenado compás; y entonces gritas,
te sacudes y abres los ojos como si no creyeras lo que está ocurriendo, en olas
que suben, bajan y que te arrastran, como si fueras una endeble barca zarandeada
por un océano de pasión.
Ahora,
descansas un momento, pero corto; porque al Verano le sigue un Otoño
rítmico y agudo. Esa es la parte que a mí más me agrada, porque al saber que
has cumplido, tu cara no puede disimular su gozo y su felicidad, y ese Allegro
te sirve para girar en abrazos y besos suavecitos que son, como siempre, parte
del acto del amor.
Si
no fuera por esta sed y hambre de besos y abrazos que ahora no tengo, nunca
habría pensado en una escena desenfrenada y loca de cuerpos desnudos, al
escuchar las Cuatro Estaciones de Vivaldi, en las aceleraciones precisas
que tiene la partitura del Otoño.
¡Ah!..
Pero si creen que ahí se ha acabado esta fiesta de gritos, gemidos y pasión acelerada;
esperen a que empiece el tercer acto con un Allegro sorpresivo, que en
mi imaginación distorsionada y loca, equivaldría a una segunda oportunidad, un Encore
para probar excelencia y hombría, o bien que ahí hay mujer con ganas de marcar quien
manda en la cama, en la sala, o donde sea; aunque esta vez sin compromisos, de
una forma gozosa con un Allegro non molto, seguido.
Entonces,
comienza el Inverno con un toque “picadito” como si fuera una pieza que
no corresponde a las Cuatro, pero luego, toma el tono distintivo de
Vivaldi.
Que me disculpe Janine Jansen en el video de Youtube,
pero yo no puedo oír Las Cuatro Estaciones lidereadas como ella lo hace.
No, no, no puedo oírlas como un cuadro de inocentes pajaritos trinando en
armonía, sino como un mero acto íntimo de amor y de pasión desenfrenada,
apasionada, sudorosa y loca; y aunque ella es sumamente hermosa, yo me prendí
de la chica oriental, que a su derecha, toca arrebatadamente el Chelo.
¡Quéeee!
Que Le Quattro Stagionni las escribió Vivaldi en 1716 en una pradera cerca
de las afueras de Viena... ¡Ah¡ Allora (Entonces), ese Vivaldi si estaba
pensando en un cuadro inocente de pajaritos y borreguitos... Y ¡ENTONCES! Es
verdad que yo, que yo, soy el verdadero depravado, el maniático sexual.
No
cabe duda... ¡Quien hambre tiene, en pan piensa!
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El
video de youtube lo recomiendo. Mucho mejor que cualquier video xxx. Si
pueden escúchenlo mientras leen mi texto. Se darán cuenta que digo la pura verdad.
https://www.youtube.com/watch?v=zzE-kVadtNw
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Canibalismo |
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Tengo hambre de cuerpo de mujer, de muslos y pechos de mujer. Tengo ansia irreprimible de olor, de sabor de cuerpo de mujer. Busco a alguien que detenga esta involuntaria huelga de hambre de mujer. |
Tengo sed de conversación después de, después de… Ya sabes lector de qué. Sí. No lo niego. Tengo hambre y sed. De cuerpo, de mujer. |
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