Para ti que me has hecho el día

Hoy escribo para ti que me has hecho el día, la tarde y los sueños de la noche.

A ti que me amas de prestado, sin que yo tenga contigo firmados papeles de por medio, porque esos los tienes sellados con otro que ya no forma parte de tu ecuación ni de tus planes; así que no hay culpa ni culpables.

Hoy con estas letras te digo gracias por esas minúsculas cosas que para los otros no cuentan y que hasta les pasan desapercibidas. ¿Qué sé yo? Una mirada, un abrazo, un beso pequeño, un mensaje inesperado y esperado, un “Ya llegué”, un “Después te llamo”, un “Te extraño” sincero, el que me pases un vaso de agua con hielos.

Hoy entiendo que el amor está hecho de repeticiones. Cuando estás faltan, cuando se alargan, llega el olvido. Cuando suceden, el amor echa raíces.

Hoy entendí que uno se enamora de la persona con la que se acuesta, porque en ese pequeño rectángulo pasa todo. En él se sintetiza la vida: lágrimas, emociones, risas, gritos, tristezas, equivocaciones, descubrimientos, pequeños enojos, sorpresas y entendimientos. Ahí es donde somos más parejos, ni tú eres menos, ni yo me creo más. Ahí me superas; ahí eres el enemigo a vencer, y mis pocas armas se quedan cortas contra la contundencia de las tuyas. Ahí, al subir somos iguales y al descender tú siempre eres más.

Hoy entendí que la felicidad está hecha de amistad y de intimidad; y que es esa intimidad la que salva los malos momentos del día.

Yo así te quiero, así. Así han de pasar los días y así han de pasar los años. Así me he vuelto humilde. Así le he hallado gusto a la vida.

Así me gusta vivir.

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