Los dos Pacos
Sabías
amigo que hay dos Pacos que conviven en mi cuerpo...
Uno
es sano, activo, deportista y tiene planes para vivir cien años; el otro es
flaco, enfermizo, vulnerable y sabe de cierto que morirá pronto.
Uno
es extrovertido, jocoso, dicharachero y extremadamente contagioso; el otro es
introvertido, melancólico, nostálgico, poeta profundísimo y habitante del país
de las soledades y de los silencios.
A
uno lo quiero tanto y al otro lo detesto. Lo malo es que no sé cuál es cuál, y
quién es quién, porque habitan mi cuerpo a destiempos sin que yo me cuenta, y
alteran mis sentimientos de la noche a la mañana, o de la mañana al mediodía o
a la tarde.
El
animoso hoy me entretuvo por la mañana y me fui a correr, después me puse a
limpiar la casa. Prendí la teve y vi un partido de futbol y para refrescarme
fui y tomé una cerveza del refri.
De
pronto entró un aire frío por la ventana cargado de nostalgia y el Paco
melancólico aventó al otro por un lado y se apoderó de mi cuerpo.
Para
tratar de controlarlo fui por unas hojas limpias y tomé un lápiz bicolor para
ponerme a hacer un dibujo. La estrategia no funcionó, porque del color azul
salían puras palabras tristes. Traté por la tiza roja, y comenzó a sacar
sangre. Mejor cambié el bicolor por un lápiz de grafito, entonces sobre la hoja
blanca comenzó a aparecer un poema que decía:
Pinche lápiz
Que sólo sabe
Escribir tu nombre.
Pinche goma
Que no borra
Tu recuerdo...
Me
gustó. Pero todo no terminó ahí, enseguida se puso a escribir un cuento para un
niño enfermo, que comenzó como empiezan todos los cuentos de niños...
En una pista de autos de carreras, como son todas las
pistas de carreras, estaba estacionado un coche amarillo con unas llantas
gordas y una máquina poderosa; pero ese coche no tenía chofer, porque el chofer
era un adulto, un adulto que ahora es un niño, un niño que está enfermo, pero
que algún día será ese adulto que será un campeón de la Fórmula 1.
El
lápiz no terminó el cuento, porque el Paco melancólico se acordó de un
pendiente impostergable y escapó corriendo por la puerta.
Entonces
el segundo Paco, me dijo:
“Déjalo, ya sabes cómo es, siempre tiene prisa. Quizás sabe
que sus días están contados. ¿Quieres que veamos juntos una película?”
Ya
no respondí, pero asentí ligeramente con la cabeza.
Sí. Estos
son los dos Pacos que conviven en mi cuerpo.
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